ON González, lo de la entrada fue tan falso como las que vendieron a los hooligans del Liverpool para la final de la Champions, solo que al revés. Estos pensaban que iban a entrar y no entraron, y los del "de entrada, no" pensaron que no iban a entrar y entraron. Les entraron más bien, aunque por entonces Epi y Blas ya explicaban en Barrio Sésamo el dentro-fuera, fuera-dentro. Cuarenta años después -el Estado español es como una epidemia, todo va por cuarentenas...- bien entrados y no muy fuera de una guerra, otro socialista acabado en ez, que en euskera significa no, Sánchez, lleva el atlántico norte a la meseta central (este sí es un trasvase y no el del Tajo): Madrid, capital OTAN. Que debe ser en el escenario de la geoestrategia internacional lo que el Capitán Tan en los Chiripitifláuticos de Valentina y Locomotoro cuando el "centinela de Occidente" ya había recibido por primera vez en el Estado a un tal Eisenhower. O sea, como ahora a Biden pero con guardia mora. Treinta y siete millones de euros, 37, más de un millón por cada uno de los treinta jefes de gobierno de la cita, es el gasto presupuestado de la cumbre atlántica en la capital mesetaria. Pagado "a pachas", como dicen por allí, sale a casi 2€ por contribuyente, café para todos, que unos días después de las andaluzas -si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma irá a la cumbre- Sánchez reúna a Occidente en la feria madrileña, hace nada hospital de campaña, dicho esto sin mayor afán de malmeter. l
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