L tiempo es el material del que está hecha la vida", nos dijo Benjamin Franklin, quien no perdió ni un solo minuto. Visto con la perspectiva con la que se miran hoy las cosas (no cabe duda que las series son una vara de medir de uso cotidiano...) es posible hablar de la trilogía del tiempo, con el pasado que nos limita porque en nada podemos cambiarlo, el presente que ofrece seguridad y la incertidumbre del futuro, que ilusiona o atemoriza según el carácter de cada cual. Vistas las tres noticias a las que acompaña este Sacacorchos aparecen argumentos para estos tres estados.

El ayer industrial de la chimenea, el presente rabioso del tranvía que te lleva y te trae cada día del trabajo a casa y viceversa y el futuro de un sorteo que, quién sabe, te deparará la fortuna de un planeta más limpio o, con peor suerte, de un patinete eléctrico. Ahí lo ven pero no me pidan más explicaciones. Creo que fue San Agustín quien se planteó la cuestión con más certeza. ¿Qué es el tiempo?, se preguntaba. "Si nadie me lo pregunta, lo sé. Pero si tuviese que explicárselo a alguien no sabría cómo hacerlo", se respondía con una clarividencia casi celestial, quizás tocado por las influencias divinas.

Lo que sí se percibe es que se está cometiendo el error de trasladar épocas remotas a una mirada actual, a una forma de juzgar de hoy en día. ¿Quieren algún ejemplo? Hoy se pone a bajar de un burro la conquista de América con sus excesos. Por aquel entonces no sonaban a tanto y a las cicatrices que quedaron les ocurre lo que a las arrugas de aquel diseñador gallego: parecen bellas. Neruda defendió el "se llevaron todo, pero nos dejaron todo" siglos después.

El hoy no conviene tocarlo tan de cerca, de puro candente que está, no sea que nos quememos con las guerras, las comisiones de baja estofa o el espionaje de Mortadelo y Filemón y el mañana, ahora que vemos cómo se cierran algunos colegios en Pekín por la pandemia, provoca unos escalofríos que no sé yo. Voy a ponerme el termómetro.