EAMOS conscientes de que no hay nada que la guerra haya conseguido que no hubiese podido conseguirse sin ella. Valga esta reflexión como recuerdo del bombardeo de Durango de hace 85 años o, si me apuran, de los 85 minutos que han pasado, jugándomela en los cálculos, como recuerdo del bombardeo de Kiev. La guerra es un conflicto armado entre dos o más países, o entre diferentes grupos de personas dentro de los países. En los años setenta, el cantante de soul Edwin Starr preguntaba irónicamente para qué servía la guerra -War! Huh! What is it good for?- Y la respuesta era bien clara: "Absolutamente para nada". Visto hoy como Ucrania se defiende de la invasión de Rusia y visto antaño, como Durango se tuvo que enfrentar a los estragos de la Guerra Civil y sus bombardeos vemos que no ha cambiado tanto. Recordemos, por ejemplo, aquel pasaje de La chaqueta metálica en la que se recordaba la guerra en crudo. En él se decía que "este es mi fusil, hay otros muchos pero este es el mío. Mi fusil es mi mejor amigo, y es mi vida, tengo que dominarlo igual que me domino a mí mismo. Sin mí mi fusil no sirve, sin mi fusil yo tampoco sirvo. Tengo que acertar con mi fusil, tengo que disparar a dar al enemigo que quiere matarme, tengo que darle antes de que me dé a mí, lo haré. Esto que digo lo juro ante Dios, mi fusil y yo somos los defensores de mi patria, dominamos a nuestros enemigos y salvamos nuestras propias vidas. Así sea, hasta que en vez de enemigos haya paz. Amén."

Sabemos que los ojos que contemplaron Auschwitz o Hiroshima nunca podrán contemplar la paz en estado virgen. Es lo que ocurre con los testigos de hace ya 85 años o los de hace hoy 85 minutos. Será imposible olvidar lo vivido cada uno de estos días ardientes. El secreto esá en la cintura, en esquivar todo este horror.