S el tiempo de los extraños exámenes de enero, el ecuador de una temporada donde, por raro que pareca, comienza a perfilarse cuáles seran los objetivos de la campaña. Siendo aún temprano el Athletic ya sabe que aprobó el extremo desafío de la Supercopa y mete horas de estudio en la liga para ir colocándose, con aspiraciones, a las oposiciones de Europa. Intercalada con esos dos mundos aparece la favorita, la competición de Copa donde tanta talla han dado los rojiblancos en los últimos años. Hoy, como acostumbra a suceder en los ejercicios más recientes, los leones se enfrentan a un partido de todo o nada, noventa minutos que bien pueden considerarse como la hora de los elegidos.
San Mamés aguarda este partido con expectación. Hoy se llenará para comprobar si el conjunto de Marcelino, como suele, se crece ante uno grande en La Catedral. Van a ocuparse todas las butacas habilitadas (el nuevo reglamento solo garantiza el acceso al 75% del aforo...), lo que hace prever que la parroquia no faltará a la misa grande. Llegan con la ilusión por bandera y la incertidumbre como bufanda. No pocos se preguntan quién jugará en la portería, si el portero del futuro que ya jugó frente al Mancha Real, Agirrezabala, o Unai Simón, el guardián de las esencias de la portería del Athletic. Considerado el partido como un grande, se diría que este último. Si se pasase consulta al oráculo de la justicia divina hay quien apostaría por el primero. Solo Marcelino lo sabe. ¿Jugará el frenesí de los jóvenes o la cabeza de los veteranos? O por quitarle poesía al asunto: ¿Berenguer o Nico Williams, Raúl García o Sancet? Son muchas las opciones y conviene ser certero. Es la hora de los elegidos y hoy se juega parte del color de la temporada.