STAMOS hartos! Ya no aguantamos más la mascarilla y las restricciones, que han llegado a cambiar nuestra forma de vida en bastantes más aspectos de los que creíamos que iba a suceder. Seamos sinceros: nos pasa a todas y a todos. Otra cosa es cómo lo gestionamos cada cual. Algunos compran el negacionismo en sus diversas formas, cosa que creo que es un error mayúsculo. En el extremo opuesto -otro error- están quienes aún apenas salen de casa, como si aún estuviéramos en pleno primer confinamiento.

En esto, como en todo, creo que la sabiduría está en algún lugar entre esos dos extremos y va asociada a la responsabilidad. También por eso me inquietan los mensajes de que estamos a punto de salir de la pandemia, porque de no ser así, el chasco puede ser monumental y puede reforzar respuestas extremas y emocionales como el negacionismo o esa agorafobia autoimpuesta.

Ante la incertidumbre y la adversidad en lo sanitario y en lo económico, creo que no solo tenemos que ser sabios sino que debemos superarnos e intentar ser unos genios. Debemos buscar la genialidad y evitar a toda costa la anhedonia. Y para eso creo que tenemos unas cuantas pistas de diversos genios reconocidos. Jacques Brel, por ejemplo, nos recomendaba resistirnos al estancamiento, a la indiferencia y a las virtudes negativas de nuestro tiempo. Nos recomendaba nunca renunciar a la investigación, a la aventura, a la vida y al amor, porque la vida es una magnífica aventura y ninguna persona razonable debería renunciar a ella sin dar una dura batalla. Alphonse de Lamartine definió el genio humano bajo tres parámetros: la grandeza de propósito, la pequeñez de medios y la inmensidad de los resultados. En resumen, el genio no está en la enajenación. Está firmemente anclado a la realidad. Así que seamos geniales en nuestro manejo responsable de la realidad. Recordad: decía Albert Einstein que la diferencia entre el genio y la estupidez está en que el genio tiene sus límites...

@Krakenberger