A labor de maquillaje sobre lo que ocurrió tras la llegada de Colón a las Antillas en forma de violencia, saqueo y de enfermedades pandémicas, derivó en el Día de la Raza cada 12 de octubre. Fue esta una iniciativa de un ex primer ministro español, en tiempos en los que Alfonso XIII llevaba la corona puesta, para conmemorar patrióticamente aquella colosal invasión.

Pero el maquillaje no ha impedido que muchos países latinoamericanos cambien de celebración en esa fecha para reivindicar todo lo contrario: la realidad indígena, olvidando la muerte y la destrucción que sufrieron las comunidades nativas desde 1492, en línea con lo que también denuncia la Unesco. Y por primera vez, Joe Biden no asiste al Día de Colón el pasado 12 de octubre para hacerlo un día antes junto a más de cien ciudades y Estados estadounidenses que celebran el Día de los Pueblos Indígenas. Incluso Biden, junto a otros líderes mundiales, ha realizado una petición de perdón a la que se ha sumado el Papa Francisco en el 200 aniversario de la independencia de Méjico denunciando el pecado social de aquella colonización donde la Iglesia tuvo su cuota de responsabilidad.

Algunas reacciones no se han hecho esperar en la caverna madrileña: "El Papa más ridículo de la historia de la Iglesia", "indigenista comunista", "tenemos un Papa tonto"... a pesar de que Juan Pablo II y Benedicto XVI dijeran lo mismo con mayor dureza. En pleno V Centenario, el Papa polaco denunció "los enormes sufrimientos infligidos a los pobladores de este Continente durante la época de la conquista y la colonización".

Quienes votaron a Francisco en el cónclave del que salió elegido Papa sabían la urgencia de los cambios en una Iglesia institución salpicada por la falta de ejemplo y los muchos escándalos derivados de las tres grandes miserias humanas: poder, dinero y vanagloria. Francisco es un profeta y un gestor valiente a pesar de las muchas resistencias y presiones. Más o menos lo que se encontró Jesús de Nazaret cuando removió algunos privilegios injustos poniendo en el centro lo esencial. Pero además, este Papa está devolviendo la esperanza a muchas personas desencantadas y escandalizadas, con más de 30 millones de seguidores en las redes sociales. Sus señas de identidad lo dicen todo:

Acercamiento a los pobres y excluidos: su mensaje es tajante cuando denuncia la competitividad de la ley del más fuerte que propugna este modelo neoliberal injusto en su raíz al excluir a grandes masas de la población.

Estilo austero y cercano: impulsa la misericordia, el perdón, el encuentro con el diferente, la sencillez. Atrás quedaron los lujos y las vestimentas ostentosas para centrarse en los colectivos excluidos rechazando con firmeza su marginación.

Contra la pederastia: Frente a los abusos sexuales de miembros de la Iglesia, se ha mostrado tajante. Ha endurecido las normas sobre los casos de pederastia y eliminado el secreto pontificio en las denuncias, los procesos y decisiones en los casos de abusos. De igual forma, prohíbe imponer la obligación de guardar silencio a quienes denuncian abusos sexuales o alegan que han sido víctimas; ellas no deben ser silenciadas, caiga quien caiga.

Llamada medioambiental ética: recomiendo leer Laudato si como el gran testimonio ecológico que es del siglo XXI. En ella se pide a los católicos expresamente su compromiso contra el cambio climático. Un paso insólito que solicita a los fieles "una valiente revolución" en el estilo de vida actual que resulta insostenible ante el cambio climático.

Reformador de la Curia Romana: al cumplir un mes como Papa, Francisco anunció la creación de un consejo para reformar la curia vaticana y cambiar las estructuras económico-financieras mediante una estructura transparente y menos burocratizada. El Papa está dando algunos pasos clave en esa dirección desde la tolerancia cero, sin excepciones.

El diálogo como bandera: con los suyos, aunque no pocos no cesan de zancadillearle, y con otras religiones e ideologías. Todavía resuenan los ecos de su entrevista con el Ayatollah Al-Sistani, la principal autoridad religiosa chiíta en Irak.

La revolución por una Iglesia sinodal: su calado transformador es enorme... si llega a completarse. El liderazgo de servicio como modus operandi desde la corresponsabilidad y la participación. Francisco se ha propuesto hacer realidad el significado original de "ministro" (servicio) rechazando toda forma de clericalismo.

No, las palabras y los hechos de Francisco no se corresponden con un "Papa tonto", entre otras cosas porque ser buena persona es un patrimonio de los inteligentes, algo que no puede aplicarse a sus detractores más trogloditas.