AMPOCO esta vez pudo ser. Otra final, otra oportunidad, perdidas. Ante el eterno rival, que escuece más. Tras el abatimiento, la afición del Athletic deberá gestionar desde ya su relación con la Real y su masa social. Y viceversa. La frustración y el agravio son malos consejeros. Hay que descartar la sensación de ofensa, la brumosa tentación de la venganza. Es solo una derrota, muy dura y muy dolorosa, pero un fracaso más. Como creía Borges, hay una dignidad en la derrota que a duras penas le corresponde a la victoria. Seamos ejemplares. Zorionak, Real.