NTENTO empatizar y no acierto. No acertaba a empatizar con quienes, por sus convicciones religiosas, niegan un trasplante o una transfusión a sus hijos ni con quienes nos niegan la protección colectiva de una vacuna contra la polio o la viruela. Y ahora, estos negacionistas de nuevo cuño, entre la conspiranoia y el puro interés personal, no me ayudan a meterme en mis casillas. Veo un punto de negacionismo social al rechazar la estructura simbiótica que debería ser. Si la sociedad es el marco de una mera satisfacción individual y una mal entendida libertad personal es puro parasitismo.