ESULTA significativo que entre las preocupaciones por rescatar algunas de las joyas de la corona -sin virus- de lo que se ha denominado nueva normalidad, difícilmente uno encuentra debates u opiniones relacionados con los campamentos de verano. Si es verdad que nos importa la educación, es preciso que se ponga en valor esa otra educación en el tiempo libre que entra en las vidas de muchos chicos y chicas jóvenes desde una experiencia de socialización tanto o más significativa como la que se produce en la educación reglada, o quizá más pues va más allá de lo que significa el concepto de adquisición de determinados conocimientos. Es verdad que este año también hay una normativa de los gobiernos y una convocatoria de las diputaciones para financiar los campamentos de verano, e incluso referencias de los ayuntamientos para poder realizar lo que impropiamente se denomina colonias o campamentos urbanos en los que se realizan actividades, pero no se pernocta, pues la noche es uno de los elementos de socialización y convivencia que tiene características propias ligadas a las veladas o fuegos de campamento y a los momentos nocturnos compartidos, de descanso o de falta de descanso, en los colectivos juveniles. Pero no es solo la noche.

Cantimplora, brújula, fregar los platos, bañarse en el río, trabajar la cuerda y la madera, hacer la comida, tiendas de campaña, fuego de campamento, caminar, naturaleza, luna, estrellas, guitarra, simbología, cantos, baile, silencio, interioridad, plegaria, música, esfuerzo, creatividad€ se asocian a experiencias irrepetibles que han marcado a muchas generaciones de personas que no solo lo recuerdan porque les ha dejado huellas de amistad, sino porque en parte les ha influido a nivel personal, pues la brújula es algo más que el GPS de la vida. Scouts un día, scouts siempre y Beti prest recuerdan lemas de quienes fundamentalmente suelen realizar estos campamentos que construyen su ciudad de lona en una naturaleza en la que cuando llegan no había nada instalado. Quince días de experiencias, pero no totalmente nuevas, porque es parte de procesos educativos generalmente de una decena de años, con actividades constantes durante todo el año en encuentros, excursiones, actividades€ con una metodología en la que la acción y la reflexión van de la mano y se adaptan a cada una de las edades.

Pero este tipo de campamentos cada vez es más difícil de mantener. Si ya existían dificultades de todo tipo, el covid-19 lo complica. Determinadas empresas o determinadas entidades públicas o privadas con una financiación a manos llenas van a poder organizar campamentos y colonias de verano cumpliendo las normativas sanitarias, aunque tales campamentos o colonias no sean el resultado de un proceso educativo constante en el tiempo y con un trabajo en valores bien definido. Y esto no se dice para minusvalorar la tarea de personas contratadas y preparadas para ejercer tal labor, pero en este caso el medio es el mensaje y el testimonio constante de un voluntariado, también preparado, que compromete sus días de vacaciones y su tiempo libre para "hacer un mundo mejor", tal y como dicen, no significa que no haya problemas, o que todo sea perfecto, ni mucho menos, pero sí es una plataforma educativa privilegiada para una educación integral, donde también participan las familias, y donde la vinculación con el barrio o pueblo y sus asociaciones no es simplemente un deseo. ¡Cuántos pueblos y barrios lo saben bien€! Pero estos campamentos no se van a poder realizar este año.

Últimamente, instituciones como las confederaciones hidrográficas son cada vez más insensibles a las necesidades de este tipo de campamentos, solicitando unos estudios hidráulicos elaborados por técnicos competentes que precisan de un desembolso económico que no se encuentra al alcance de tales asociaciones; y otras instituciones gubernamentales precisan evaluaciones exhaustivas y de riesgos que sugieren que se vela más por el miedo a una denuncia que por la seguridad real de quienes participan en tales actividades. Y esto es un verdadero problema del que han de hacerse cargo también quienes sirven desde la política.

El caso es que este verano, cuando más lo necesitaban, centenares de chicos y chicas de Euskal Herria se quedarán sin campamentos de verano de ese estilo. Sí, es verdad, hay otros campamentos y otras colonias con características diferentes, incluso algunas asociaciones que todos los años realizaban sus campamentos de verano con ciudades de lona en plena naturaleza van a reconvertir tales campamentos en los llamados campamentos urbanos. ¡Qué contradicción! Y no se utilizan las interjecciones en sentido peyorativo, pues bien sabemos que se trata de hacer de la necesidad virtud. Pero estas observaciones quieren servir como señales de humo para que normativas gubernamentales y reales decretos, ya para el año que viene, faciliten, animen, promuevan, consideren€ y valoren que hay un tipo de voluntariado joven que sigue teniendo ideales, que habla de modelo de sociedad y lo quiere poner en práctica, y que no aparece en los medios, pero mantiene sin contaminar los acuíferos de una educación integral, hoy tan necesaria.

* Escritor, miembro del Grupo Scout Goizalde de Otxarkoaga