ESTOS días se celebra la COP25 en Madrid. 198 dignatarios de sus respectivos paises se reúnen durante varios días con el objetivo de tomar medidas eficaces para la reversión de la degradación del planeta. Lamentablemente, no asisten, entre otros, Rusia y China; y Estados Unidos envía una representación de segundo nivel, siendo casualmente estos los paises que más CO2 emiten.

Es sabido que durante los siglos XIX, XX y lo que llevamos del XXI hemos sido los países industrializados los que más hemos contaminado el planeta y ahora que la degradación se ha vuelto en extremo preocupante al poner en riesgo el hábitat de nuestro futuro, se requerirán incentivos para animar a los países en vías de desarrollo para que se adhieran a las propuestas para la reducción de la contaminación en sus distintas vertientes.

En cualquier caso, volvemos a tomar medidas que, aún cuando se pretende mejoren la calidad de vida de todo ser humano, en realidad preocupan a Occidente pues a los países en vías de desarrollo les preocupa menos la contaminación. Porque ellos la sufren en menor medida; y porque tienen necesidades en principio mucho más apremiantes de las que preocuparse: alimentación básica, techo, educación, salud pública? que en nuestro caso están cubiertas.

Sin obviar que la degradación de la tierra es un objetivo prioritario, no debemos olvidar que en el mundo tenemos muchos cientos de millones de seres humanos, en particular niños, que se mueren de inanición, por falta de agua potable y por enfermedades superadas en Occidente hace muchos años. Las ciencias que desarrollan la nanotecnología, la inteligencia artificial, la robotización, los algoritmos, el desarrollo de la mecánica cuántica, las innovaciones médicas, etc., vuelven a favorecer a los ciudadanos de Occidente porque, aparte de la televisión y los móviles, ¿en qué se benefician los habitantes del África subsahariana de todos nuestros adelantos?

Los descubrimientos de la ciencia en el campo de la medicina han sido espectaculares, pero ¿no creen que antes de tratar de que nuestra población alcance los 90 años de expectativa de vida sería más sensato proveer a los desfavorecidos de alimento y medicinas que les ayuden a superar los 8 años?

Ahora que se admite que Occidente va a primar a los países no industrializados con importantes ayudas económicas para que se adhieran a las propuestas de la COP25, sería una buena oportunidad para que los países donantes pusieran firmes a las corporaciones que compran materias primas en África, Centro América, etc., y les obliguen a que lo hagan en condiciones justas. Y no solo se trata de las corporaciones. Hay gobiernos de distintos países que están comprando millones de hectáreas de suelo en África para abastecerse de materias primas y como fuente de recursos alimentarios que deberían refexionar al respecto. Como anécdota: ¿Hay alguien que dude de que Evo Morales, aun admitiendo que ha cometido irregularidades, ha salido de Bolivia por presiones de las familias poderosas de Santa Cruz con el apoyo de corporaciones extranjeras interesadas en el gas y, sobre todo, en el oro de color blanco, plata, litio, de interés excepcional para las energías del futuro?

Los artículos sobre economía que aparecen en prensa y cuyo rigor nadie discute siempre nos hablan de expansión económica, de la necesidad de crecimiento continuo, del control de la inflación y de los peligros de la deflación? ya que ello conlleva la generación de empleo, el consecuente consumo y la sociedad del bienestar, que se define como “sociedad de la solidaridad”. ¿No les suena un poco a chiste? ¿Cuándo vamos a informar de modo que el ciudadano sea consciente de que la codicia es una enfermedad que empozoña al ser humano y arruina la igualdad social? ¿Cuándo informaremos de que el consumismo es el mal primigenio de las últimas decadas que desestabiliza el mundo? ¿No deberíamos reorientar la macroeconomia de forma que el exceso de consumo (consumismo) de Occidente sea contenido y compensado hacia un mayor consumo en los paises desfavorecidos?