ENTRE la mera venganza (“que se pudra en la cárcel”) y la impunidad (“Josu Urrutikoetxea askatu”) debe haber un término medio -y no, no es cuestión de equidistancias-. ¿Lo llamamos justicia? Deberíamos. ¿Servirá de algo la detención del exjefe de una ETA ya felizmente disuelta? Podría. Y debería. Urrutikoetxea es el símbolo de 50 años de un delirio que causó, generó y soportó mucho sufrimiento y más de mil muertos. Autocrítica, reconocimiento del dolor causado, perdón a las víctimas, esclarecimiento, verdad, ¿justicia? Sí. ¿Ante quién? Llámelo “el pueblo”.