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Del hidroavión y malas decisiones

Estaba presente viendo la belleza de la bahía de La Concha y admirando la calma que se respiraba en su entorno al atardecer del viernes pasado, cuando de repente y sin ninguna alerta un hidroavión invadió la bahía y, con las consabidas consecuencias y riesgos, sobrevoló los edificios y se internó en las aguas, donde precisamente varios bañistas y barcos aprovechaban el buen tiempo para disfrutar la ocasión. Qué osadía y qué falta de prevención, de organización. Lo que se intentaba solventar, un incendio cercano, podía haberse convertido en un desastre terrorífico. Había varios barcos de deporte, pesca y demás y turistas de todo el mundo paseando por las inmediaciones. Cómo se puede permitir tal riesgo y qué desvergüenza utilizar sin previo aviso una ciudad llena de turistas que paseaban plácidamente, infectar sus paseos llenos de gente de carbono, tóxico, arremeter un aparato en sus aguas para contaminar más aún de lo que está el mar, sin ni siquiera pedir autorización o esperar a informar a la población. Eso es todo lo que podemos esperar en un futuro, que cualquier ministerio español, necesite algo y sin consideración y respeto interrumpan e invadan lo que no les concierne. No es suficiente un incendio fortuito o provocado para inmiscuirse en la vida regular de una ciudad llena de transeúntes y arriesgar la vida de los ciudadanos a tal escala. Ahí se ven las orejas al lobo. Tan solo en actos como tal se demuestran las malas intenciones y la poca transcendencia en decisiones mal pensadas y mal efectuadas. Están la playa de la Zurriola, la de Hondarribia... ¿Por qué no pensaron mas inteligentemente para tal ocasión?