MÁS allá de la guerra de cifras y las diferencias notorias entre los sindicatos convocantes (ELA, Steilas y LAB) y el Departamento de Educación en el análisis del seguimiento a las dos jornadas consecutivas de huelga en el sector educativo, estas deberían llevar a plantear una seria reflexión sobre las causas con que se razonan, los objetivos que se pretenden y el modo en que la reiteración en el ejercicio del derecho a la huelga contribuye a su consecución. Porque sin pretender, ni mucho menos, deslegitimar las demandas sindicales en cuanto a incremento de plantillas y recursos, reducción de temporalidad o fin de los recortes en salarios, sustituciones y bajas como (un) medio de mejora de la enseñanza vasca; la lógica lleva a concluir que la acumulación de jornadas de huelga no beneficia una pretensión de acuerdo entre las partes que deben compartir ese fin y, por tanto, lo que hacen es dificultar el progreso del sistema educativo. No en vano, nuestra enseñanza acumula ya cuatro jornadas de paros este curso y, de no llegarse a ese necesario pacto, están ya convocados cinco días de huelga en abril -la última semana del mes al completo- y de una jornada más en junio, lo que sumaría diez días de huelga en el actual curso 2017-2018. Y no es necesario señalar que la inestabilidad que ese conflicto laboral prolongado produce en el sistema educativo vasco no es precisamente un caldo de cultivo para las mejoras que, en respuesta a los resultados de los últimos informes, se pretenden alcanzar. Dicho lo cual, cabe exigir un esfuerzo. Si la oferta de una OPE de 5.000 plazas esta legislatura -casi un incremento del 17% en los 30.000 empleos de la educación pública vasca- y la confirmación de sustituciones desde el primer día en Primaria no es suficiente en contraste con las demandas sindicales, estas deben también atemperarse en virtud de la capacidad y sostenibilidad del sistema educativo a medio plazo. No vaya a ser que una visión extrema, o simplemente egoista, de lo que es necesario subsanar -como la que llevó a ELA y Steilas a desdeñar el proceso de reflexión hacia un pacto educativo planteado por el Departamento hace ya unas semanas- anteponga la mera reclamación de recursos o la reivindicación laboral al ya manido pero prioritario objetivo de encaminar el sistema educativo hacia un nuevo nivel de excelencia, como se pretende.
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