ANDA todo el mundo como loco pensando en su plan de pensiones, de cómo ahorrar para dormir tranquilo cerrando los ojos por el sablazo fiscal dentro de dos décadas o tres, cualquiera sabe cuándo soltaremos la brocha. Sobre el futuro hay que pensar en presente si atendemos a los consejos de M. Rajoy, un presidente que no puede garantizar las pensiones de los paisanos del lugar que gobierna y que después de decirlo alto y claro todavía ni se le ha ocurrido irse a su casa. Ocurre que sobre las pensiones del mañana siempre hablan señores que ya debieran estar jubilados como el gobernador del Banco de España, quien señala a nuestros pensionistas del presente como esos rockefellers con piso pagado para abonar mensualmente 100 euros de comunidad. Viejos quejicas. Linde se apunta a la campaña del miedo y apuesta por los planes de pensiones, esa golosina por la que los bancos salivan en el revolcón del negocio, como cuando vivíamos por encima de nuestras posibilidades, sin planes de ahorro, con hipotecas, blacks, confeti a cargo de Gürtel, yernos trincones y Pacos Granados. El sistema está hecho un cuadro y cualquier viernes, tras el Consejo de Ministros, nos leerán alguna fábula sobre cigarras y hormigas con estribillo de goloso apocalipsis. El presente empieza a tomar rehenes de ese futuro que ya es material de desecho porque el miedo siempre prospera: por libre y rentable.

susana.martin@deia.com