El rey de España, Felipe VI, consideró oportuno dirigir un mensaje a toda la ciudadanía ante el “desafío independentista lanzado por la Generalitat”. Denunció la “deslealtad inadmisible e inaceptable del Gobierno catalán”, a cuyos líderes acusó de “dividir a la sociedad”; asimismo, consideró que “esas autoridades se han situado al margen del derecho y de la democracia” (sic).
El abajo firmante, que con sus impuestos contribuye a mantener el cuantioso presupuesto que recibe anualmente la Casa Real, echó también de menos otra intervención en plena crisis económica (¿o tal vez era solo una recesión económica?): ¿dónde estaba la Casa Real ante los múltiples desahucios, con varios suicidios incluidos? (¿pero no dice la Constitución que tanto invocan ahora que el derecho a la vivienda es un derecho fundamental?), ¿y ante las agresivas reformas laborales del PP y del PSOE, que solo han servido para perder derechos la clase trabajadora? ¿Y ante los indecentes recortes en investigación, educación, sanidad, acción social, ...)? ¿Y ante los indecentes casos de corrupción que salpican a casi todos los partidos políticos? Me temo que ni estaba ni se le esperaba.
Se ha comprobado que solo le preocupa la unidad de la nación española; una pena porque le recordaría (memoria frágil la suya) que esa gente sufridora de recortes también contribuye al mantenimiento de la Casa Real.