Gracias a tus eskerriks
Como pavos reales, los vascos somos muy dados a desplegar nuestras plumas ante el visitante, a mostrarle de inmediato las credenciales nacionales, para deslumbrarle y a ser posible cegarle, hasta que se muestre rendido y sumiso frente a lo nuestro. Porque nuestra idiosincrasia es lo más de lo más.
Nuestra divina cultura, además, descansa sobre el euskera, la viga maestra de nuestro pueblo, el sancta sanctorum de la vasquidad. Una lengua sublime entre las supremas, etérea, excelsa, sin mancha conocida, idioma que consideramos como el más antiguo de Europa, el que parte de un origen más ignoto, no muy alejado en el tiempo de cuando Eva mordió aquella emponzoñada manzana.
Pero resulta que a estas alturas no sabemos ni dar las gracias en euskera. Y vamos de mal en peor. Casi medio siglo sin que pese prohibición alguna para su uso, tras cuatro décadas de enseñanza a marchas forzadas y de euskaldunización de funcionarios para haber llegado al?
EZKERRIK ASKO. Como veremos a continuación parece más apropiado como planteamiento social que como modo de agradecimiento. Porque esto que tantas veces hemos visto rotulado en supermercados, entidades bancarias, carteles? significa ‘muchas izquierdas’ y no el ‘muchas gracias’ que podríamos esperar: “ezkerrik asko zure bisitagatik“, ‘muchas izquierdas por su visita’. Qué molón?
Y es que la gratitud se da con ESKERRIK ASKO. Una “s” en vez de una “z“?
Es más. Fijaos si se intuía que en un pueblo de gente torpe como el nuestro se iba a armar la marimorena, que el visionario Sabino Arana ya intentó en 1895 poner en circulación la fórmula ESKARRIK ASKO, para evitar la mezcla entre ezker ‘izquierda’ y esker ‘agradecimiento’ que se veía venir. Porque éramos y somos unos liantes.
La iniciativa tuvo cierta acogida pero no llegó a cuajar del todo. Lógicamente, tampoco fue admitida dentro del euskera unificado o batua por lo que quedó fuera de juego. Y desde entonces luchamos desesperadamente y con poco éxito contra el chirriante ezkerrik asko que, un día sí y otro también, se nos cuela por ahí.
ESKERRIK. Pero lo que ya es una ignominia lingüística, una afrenta contra la que hemos de levantarnos si nos queda algo de amor a nuestro país, es la fórmula muy moderna, muy en boga y muy guay de eskerrik, a secas. Es de desfibrilador a potencia máxima, porque paraliza el corazón.
El final “-ik” de “eskerrik” implica necesariamente algo después, un “asko” ‘muchas’, porque si no, no tiene ni pies ni cabeza. Proviene de la fórmula ?ya en desuso en la lengua diaria? de añadir esa terminación de partitivo antes del “asko”. Así se decía en Peru Abarka (1802), la que se considera la primera novela en euskera, «Asko da lorik; argitu da eguna» ‘ya hemos dormido mucho; ha clareado el día’. ¿No veis cómo a la palabra “lo” ‘sueño’ le añadimos el “-rik” (lorik) para que pueda fundirse, abrazarse, ayuntarse con “asko” ‘mucho’?
Decir “eskerrik” y nada más, sin el “asko” final, es como si en castellano dijésemos “muchas” omitiendo el “gracias” posterior: una majadería en toda regla.
Algo similar sucede en el francés: “beaucoup du vin” ‘mucho vino’, unido por el “du” ese que hace las funciones de nuestro “-rik”. Nunca podríamos decir “beaucoup vin” sin que nos mirasen como a consagrados borrachos, porque no tiene sentido más allá del Pirineo.
Así es que, pongámonos las pilas y usemos según los casos “eskerrik asko“, “eskerrak”, “esker mila“, “mila esker“, “esker anitz“, “esker on“, “esker hobe“, “esker izan“, “eskerrik aski” o la opción correcta que nos venga en gana.
Pero, por la diosa Mari, no me uséis más el insurrecto EZKERRIK ASKO o el infame, grosero y cantamañanas ESKERRIK.
Pues a lo dicho: poned todo el cariño y mimo que os quede cada vez que hagáis uso de estas formas vascas de gratitud.
En esas andamos aún con el euskera. Como para independizarnos estamos?
[eskerrik asko!]