Soy trabajadora de una residencia en Bizkaia, y el objeto de esta carta es instarles públicamente a dar los pasos necesarios para poner fin a un conflicto que dura ya demasiado y que está causando mucha desazón entre trabajadores, familiares y usuarios. Los trabajadores de residencias también pertenecemos a la ciudadanía y tenemos todo el derecho a que se nos escuche, se nos respete, se valore nuestro trabajo y nuestras reivindicaciones. Nos movilizamos por mejorar nuestras condiciones laborales, para dignificar nuestro trabajo. Pero al mismo tiempo estamos reivindicando la dignificacion del servicio que se presta a residentes y usuarios en las residencias de Bizkaia, a esas personas a las cuales atendemos cada día. Somos personas que cuidamos a personas, una función básica, pero nos encontramos con que nadie nos cuida a nosotras, que la decisión de las empresas es apostar por la precariedad, y la administracion, que apostó en su día por privatizar ese servicio público esencial, mira para otro lado, como si la cosa no fuera con ella.
Yo estoy convencida de que la llave de este conflicto la tiene el señor diputado general. Por eso me dirijo a usted, y lo hago apelando a la mera y simple humanidad, a su vertiente más personal, y a su capacidad de empatía. Ustedes tendrán familiares y gente cercana que algún día podrá necesitar estar en una residencia. Ustedes mismos puede que tengan que residir en uno de estos centros. Seguro que les gustaría disponer de personal suficiente, con tiempo suficiente para realizarles el cuidado diario y básico, tener un buen menú, que el personal pueda disponer de un rato para poder sentarse a su lado, tocarle la mano y escucharle con atención... Estar al final de la vida es un trago bastante amargo de por sí.
Los trabajadores del sector somos, ante todo, personas. Los usuarios son ante todo personas.
Escuchen a su corazón. Tienen capacidad para resolver este conflicto. Háganlo.
Kontxi Rodríguez Bilbao