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Carta a los gansos

Solón era uno de los siete sabios de Grecia. Y lo demostró sin ninguna duda. Después de ordenar la desastrosa situación social y política de Atenas, darle leyes justas y gobernantes que cumplían las leyes, abolió la esclavitud, calificó el ocio de crimen, legalizó la prostitución, repartió las tierras de los latifundios entre los que la trabajaban y convenció a los latifundistas de que así debía ser, entre otras cosas. Convencía con razones. Cuando cumplió los 65 años se jubiló y dijo: “Ya es hora de que me ponga a estudiar algo”. Más adelante, ya anciano, cuando vio que su labor corría peligro y se iba a imponer la dictadura, nada más y nada menos que de la mano de su primo Pisístrato, a quien conocía muy bien desde niño, advirtió a sus conciudadanos del peligro real. Pero nadie le hacía caso. Harto ya de dar explicaciones, terminó, indignado, diciendo: “Siempre sois iguales: cada uno de vosotros, individualmente, obra con la astucia de una zorra. Pero colectivamente sois una bandada de gansos”. Aquí quería yo llegar. Más de 500 años antes de Cristo habían superado retos que todavía hoy y aquí tenemos que superar, lo que dice mucho de la condición humana y me río yo de la modernidad. Gansos sin sentido crítico de cosas elementales, como que te roben a la cara (sobres, 3%, etc.), es lo que abunda en nuestra sociedad. Y los políticos se apropian de la estupidez de los borregos, de los gansos, para creerse superhombres (Rajoy, Galicia) o supermujeres (Díaz, Andalucía), creyendo que es mérito suyo que les voten en masa y ganen las elecciones por mayoría. “?colectivamente sois una bandada de gansos.” Hay pocos Solón en la Historia. ¿Por qué no nos tocará uno de ellos?