LA temporada de los derbis empieza este domingo para el Athletic. La significación histórica de que coincidan en Primera cinco clubes de aquí fue muy comentada dado que el precedente se localiza en la campaña 1931-32. Siguieron valoraciones para todos los gustos, la mayoría en función de las filias y las fobias, lo habitual si hablamos de rivalidad en el fútbol. Se reparó asimismo en aspectos de carácter práctico, por ejemplo la comodidad de los desplazamientos pensando en el equipo y en los aficionados que se animen.
Y por supuesto, desde el prisma deportivo se elaboraron variopintas teorías sobre la abundancia de derbis. ¿Interesa o no que haya hasta cuatro rivales especiales por proximidad geográfica? ¿Se ha de ver como una ventaja o es lo opuesto? ¿Da igual? ¿Cómo afectará al equipo que en la teoría y en la práctica es el mejor de todos? ¿Hallará el Athletic más dificultades en la liga o sabrá explotar la incomprensión o la envidia ajenas para hacer acopio de puntos?
Reflexiones para dar y regalar que tampoco pretenden hacer tabla rasa porque no es lo mismo la Real y su entorno, que el Eibar y el suyo, e idéntica observación cabe aplicar a Osasuna y Alavés, si bien mientras no se demuestre lo contrario habría que alinearlos con la Real, no con el Eibar. Del roce con los armeros no salen chispas, sí un evento donde se respira un ambiente sin la acritud que se genera desde los días previos en otros derbis, en la prensa, en la calle o en la propia grada.
Este domingo empieza para el Athletic la temporada de los ocho derbis, de los 24 puntos envueltos en bromas pesadas, miradas, poses y actitudes que se convierten en muecas, alardes desproporcionados de lealtad a uno u otro escudo, en definitiva sobreactuaciones que claro está conviven con la juerga sana, la confraternización y las bromas con gracia, de buen gusto. Formas de entender la rivalidad.
Desde la óptica rojiblanca e independientemente de cuál sea el sentimiento hacia la Real, todo empieza cargando las tintas en la importancia que el rival le da al derbi. Un detalle, se dice, tras el que se esconde un complejo de inferioridad que conduce a exagerar la trascendencia del duelo. “Para ellos este es el partido del año, para nosotros es el del Madrid”, es el lema de la semana en Bizkaia y se pronuncia con un tonillo displicente.
Sin embargo, luego resulta que al autor del entrecomillado le molesta que una vez comenzado el partido, en apariencia al menos, la Real transmita mayor agresividad en el campo; le duele llegar a apreciar que la Real juega con una marcha más; no logra entender que la Real sepa gestionar mejor el partido de marras; le cuesta asumir que imponga su ley con cierta frecuencia, según rezan las estadísticas.
Aquí no se pone en duda el afán de los jugadores del Athletic por salir vencedores en el derbi y uno apostaría a que todas esas sensaciones que percibe el aficionado son igualmente captadas por esos mismos jugadores, pero ¿en qué quedamos, no es lo normal que así sean las cosas? Si se concede que a la gente de la Real le mueve un interés singular porque contra el Athletic disputa “el partido del año”, lógicamente solo se puede esperar que los futbolistas de azul y blanco echen el resto y se vengan arriba ante las camisetas rojiblancas. Lo increíble sería otro comportamiento precisamente el día en que su afición les reclama la victoria por encima de todo.