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No es solo el secretario

El verdadero problema del PSOE radica en que una elección de líder implica la definición del cariz ideológico que debe dirigir sus políticas, que Sánchez constriñe maliciosamente al dilema de permitir o no que Rajoy gobierne

LA grave crisis del PSOE, que amenaza con finalizar en escisión y, en todo caso, parece repetir los pasos que han llevado al Pasok griego del gobierno a la irrelevancia (apenas el 5% de los votos y quince diputados), puede analizarse desde dos ópticas distintas que sin embargo se confunden, no siempre de modo inocente. Por un lado, la de la lucha por el poder interno, desatada tras los malos resultados obtenidos, con la salvedad de las andaluzas del pasado año, en todas las elecciones -las catalanas de 2015, las generales del 20-D y el 26-J, y las de Galicia y Euskadi del pasado día 25- disputadas en los dos años y dos meses con Pedro Sánchez en la Secretaría General. Es evidente que la Ejecutiva socialista y el propio Sánchez tienen una responsabilidad en los mismos -al menos idéntica responsabilidad a la que les permitió hacerse con las riendas del partido tras el cuestionamiento de Rodríguez Zapatero- siquiera por no haber sabido contener los efectos de la irrupción de Podemos ni fomentar el desgaste que la crisis y el rosario de casos de corrupción debían de haber producido en el Gobierno de Mariano Rajoy y en el PP. Esa exigencia de responsabilidades, que Sánchez ha pretendido eludir aferrándose a la apelación a la militancia, tiene en todo caso sus cauces en los estatutos del Partido Socialista y pasa precisamente porque las bases elijan en unas primarias entre quienes decidan optar a la Secretaría General. Que no es otra cosa la propuesta de Sánchez. El problema radica en que hoy esa elección lleva implícita otra: la del sentido (o si se prefiere el matiz) ideológico que debe dirigir las políticas del PSOE, lo que Sánchez constriñe maliciosamente al dilema de permitir o no que Rajoy gobierne pese a que el debate es mucho más profundo y cuestiona tanto el paulatino acercamiento de la socialdemocracia a las políticas de corte liberal como la adopción de la idea del Estado uniforme por un partido que originariamente se alineaba en la defensa del derecho de autodeterminación. Porque es precisamente eso, su definición ideológica, como partido, frente al PP y ante la irrupción de Podemos, lo que necesita aclarar el PSOE en el proceso de primarias y en el Congreso que Sánchez ni puede ni debe limitar a un “conmigo o contra mi”. No en vano, él mismo ha sido ambiguo (tanto como pretender un gobierno imposible con Ciudadanos y Podemos) al respecto.