EL Pleno de Política General celebrado ayer en Juntas Generales sirvió tanto para constatar la realidad de Bizkaia; con sus dificultades, evidentes tras más de ocho años de crisis, pero también con sus virtudes, especialmente en comparación con el entorno; y sobre todo para esbozar el orden de prioridades en nuestro territorio de cara a lograr un nuevo impulso que permita a medio plazo un salto cualitativo en los estándares socioeconómicos y de bienestar. El mismo diputado general, Unai Rementeria, sin esperar a las intervenciones de una oposición que planteó muchas más críticas que propuestas, admitió esas dificultades que el inicio del despegue económico no permite conjurar. El dato de la recaudación (4.184 millones hasta agosto, un 1,6% más que en 2015, pero lejos de los 7.063 millones previstos para final de año, según contabilizó el diputado general) no es accesorio. Muy al contrario y salvo inesperado cambio radical de tendencia en los últimos cuatro meses del año, condicionará las políticas encaminadas a ayudar al crecimiento, toda vez que la mayor parte del esfuerzo foral deberá ir dirigido un año más a la inversión social, los servicios públicos y el impulso al empleo, especialmente de los más jóvenes. Con esa premisa, la estrategia de vehiculizar el ahorro privado hacia la inversión en nuestro tejido productivo, preferentemente compuesto por pymes, a través de un fondo de innovación que ofrezca ventajas fiscales al inversor es un modo a su vez innovador de aportar a las empresas la financiación que precisan para responder a las necesidades de su mercado, cada vez más internacional, y del pretendido incremento de actividad; una nueva forma en la ya muy experimentada colaboración público-privada. Y esa adecuación de nuestro tejido industrial a las nuevas exigencias deberá ir además acompañada de la búsqueda de nuevos nichos de negocio, con atención preferente al ámbito de las tecnologías y al de las oportunidades económicas que presenta una sociedad en la que los servicios y productos destinados a los mayores alcanzan progresivamente mayor relevancia. Bizkaia, en definitiva, debe seguir desarrollando herramientas que hagan posible el cambio de paradigma implícito a la transformación de sus capacidades productivas y viable su sostenibilidad para una sociedad de perfiles demográficos ya muy definidos.
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