EN medio de un panorama de bloqueo en la actividad política en el Estado, con las instituciones paralizadas desde hace más de un año y sin ninguna certidumbre sobre las posibilidades que existen para la formación de Gobierno en Madrid, Euskadi se dispone a elegir el próximo 25-S a los 75 miembros que formarán el nuevo Parlamento Vasco, del que saldrán el lehendakari, el Gobierno y los responsables institucionales que deberán regir nuestro país durante los próximos cuatro años. La convocatoria cuenta con muchas novedades. La primera es la presentación de dos candidaturas que no existían hace cuatro años, Podemos y Ciudadanos, con expectativas de obtener representación en la Cámara vasca y la voluntad de incidir en las políticas públicas de nuestra comunidad. Otra, y no menor, es que solo uno de los candidatos de 2012 repetirá. Solo Iñigo Urkullu ha resistido a los cambios de todo tipo que se han producido y que se han llevado por delante a quienes como Antonio Basagoiti, Patxi López, Laura Mintegi o Gorka Maneiro se presentaron entonces. Es muy probable, además, que el impulso de las nuevas formaciones y candidaturas, algunas de las cuales no poseen aún un perfil ni un discurso definido, provoque que algunos aspectos del debate político en Euskadi puedan plantearse de forma diferente a como lo habían hecho hasta ahora. Hay observadores que van a querer interpretar tanto los discursos políticos como los resultados que se producirán las póximas semanas únicamente en clave española y convertirlos, al igual que sucederá en Galicia, en argumentos para reforzar o debilitar las eventuales opciones que pudiesen darse para la formación de un gobierno en España. Cada cual es libre de plantearlo como le parezca, pero los ciudadanos y ciudadanas vascas sabemos que el único objeto de estas elecciones es elegir a los representantes que tendrán la responsabilidad de dirigir la mayor parte de las políticas públicas que inciden en nuestra vida. Muchas de ellas han permitido que la sociedad vasca disfrute de altos niveles de solidaridad y bienestar que, en cualquier caso, habría que asegurar y mejorar. El diálogo y el acuerdo entre diferentes han sido la clave que han orientado el desarrollo de nuestra sociedad. Euskadi y sus representantes políticos e institucionales tienen una nueva oportunidad de avanzar en esa senda.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
