Echo en falta noticias de los acontecimientos actuales en el vecino país. Yo percibo que se está originando uno de los fenómenos sociales y políticos más importantes de los últimos años. Aquí estamos pendientes de las elecciones del 26-J, cuando creo que lo que allí se lucha puede ser importante para nosotros. En Francia se enfrentan dos concepciones de cuyo resultado nosotros seremos de los primeros en sentirlo. Primero, estamos en el mismo saco, y luego porque la derrota aceleraría nuestra decadencia. Un gobierno socialdemócrata asume de mala manera la política que exige la patronal -en una situación similar a la de principio del siglo pasado-, la acumulación de riqueza y capital, para sacar al Estado de todos aquellos centros económicos y sociales donde, se consiguió hacer una legislación que no fuera reaccionaria, tan solo burguesa. Ahora es mucho más ambiciosa. Segunda tarea. Hay que liquidar los sindicatos como organizaciones y reducirlos, en el mejor de los casos, a unos representantes limitados a las empresas. La reforma francesa pretende eliminar las clases sociales reivindicativas para reducirlas a empleados de empresas privadas. Este es el final del sindicalismo francés. Se acabó la fuerza de defensa y presión de la clase trabajadora. Es muy importante cómo termine en Francia. Si ganan los sindicatos y los trabajadores, sería una victoria insólita en una época que estuvimos en la servidumbre. Si pierden, tendremos que aprender para salir y seguiremos escuchando que Rajoy nunca miente, lo que hace es engañar. Al menos en Francia pelean cuerpo a cuerpo sobre algo que es trascendental: si se elimina el papel del Estado, por más corrupto que sea el nuestro, habremos perdido un recurso. Igual que perdimos los sindicatos porque supieron alquilarlos a tiempo parcial.