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En el homenaje al edil de UPN en el Ayuntamiento de Iruñea Tomás Caballero, al que ETA asesinó el 6 de mayo de 1998, hubo declaraciones realizadas de forma precipitadas. Se trata de la reacción que tuvo la portavoz del PP, en dicho Consistorio Cristina Sanz. La concejala criticó la presencia en el homenaje del representante y también concejal de EH Bildu, José Aburrena. El rechazo que expresó la edil del PP por la asistencia del concejal de la izquierda abertzale al homenaje se basó en que no condenó el asesinato cuando se perpetró, pese a que era compañero en el Ayuntamiento. Sanz, como el resto de concejales que asistieron al homenaje, lo hicieron de forma voluntaria. Por tanto, Aburrena asistió porque él lo creyó adecuado. Además con su asistencia al homenaje el edil de Bildu explicitó su respeto al asesinado, lo que podría interpretarse como la repulsa al crimen de ETA. En este caso a quien puede perjudicar la asistencia a homenajes de las víctimas del terrorismo son a los partidos que siempre se colocaron ante el terrorismo de perfil o de lado. La concejala del PP no supo o no quiso valorar la transformación de Aburrena. Un hecho que puede indicar una más que mejorable implicación en la labor que desempeña la concejala. La asistencia de un miembro de Bildu al homenaje de una víctima de ETA significa que se van dando pasos para que el País Vasco recupere la libertad. Todos debemos favorecer el clima de distensión. Propiciar un ambiente idóneo para escribir la historia de este país. Escribir la realidad de lo que pasó para hacer pedagogía de la paz y libertad. Para rechazar la asistencia de personas a homenajes de víctimas de ETA solo tienen autoridad moral las propias víctimas. Rechazar la asistencia a homenajes de víctimas del terrorismo, en estos tiempos, desde el prisma político, puede no ser muy acertado. No fomenta un buen ambiente que es lo que no necesita este país. He sido siempre muy crítico con el nacionalismo excluyente. He rechazado y continuo rechazando a ETA, pero la mayoría de los ciudadanos queremos que el ambiente de terror que instauró la banda se dé por finalizado. Que las víctimas del terrorismo se vean reconfortadas y que algún día todos, nacionalistas y no nacionalistas, podamos vivir sin crispación y con sumo respeto. Que las aspiraciones de las diferentes formaciones políticas puedan ser discutidas en el Parlamento sin crispación, con sensatez y respetando la Constitución. Porque si todo esto se cumple habremos construido una sociedad más justa.