El molesto viajar de Otegi remueve sentimientos profundos en los políticos, fundamentalmente de la presunta gran coalición. Guste o no, Otegi es un representante político legal, que a día de hoy está en paz con la justicia, pues en caso contrario seguiría encarcelado. Todos los representantes políticos, hasta el Papa, no dudan en hacer propaganda de sus periplos por el mundo. Con ello su trayectoria se ve afianzada allende sus fronteras. Pero al Estado español se le indigesta que en Irlanda, Bélgica o Reino Unido, Otegi pueda ser recibido con cordialidad e incluso que esté invitado a dar una conferencia en Westminster a donde acudieron miembros del Parlamento inglés y referentes internacionales en conferencias de Paz. Mientras que en el exterior muchos ven su gira europea como algo positivo, un intentar ir hacia adelante en la reconciliación, desde casa se indignan. Hay miedo de que en Europa se pueda pensar que el conflicto existió y existe, que todo el mundo tuvo y tiene su cuota de responsabilidad en el mismo y que reivindicar los deseos de autodeterminación fueron y son una aspiración legítima, impedida durante décadas, antes por la fuerza y en la actualidad, demonizándola. Todo se resume en exigir, solo al otro, un insaciable pedir perdón, nunca reclamado con el mismo énfasis a los responsables políticos del estado español. Que Aznar, Rajoy, Felipe González y otros pidiesen perdón en nombre del Estado por hechos como el bombardeo de Gernika, etc., sería un buen comienzo. “Pero eso fue cosa de los alemanes y de hace mucho tiempo”. Aunque a muchos les cueste reconocer, los crímenes y asesinatos son siempre execrables y no tienen caducidad, pero “de aquellos polvos vienen estos lodos”.
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