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Sobre la prensa

Tengo cuatro hijos, chicos y chicas, y a todos les atrapó el remo. Es un deporte duro incluso en edades tempranas, pero desde que tenían 11 años han sido capaces de sobreponerse a la pereza y al rigor del invierno, de soportar el esfuerzo y también las renuncias a otras cosas más cómodas y más de moda. Ahora entrenan en la Escuela de Kaiku de dos a tres horas diarias, seis días a la semana. Mientras amigos de su edad se abandonan a videoconsolas y telebasura, se inician en el alcohol y el trasnoche en lonjas o en las calles y ocupan su tiempo libre en estar desocupados, mis hijos madrugan sábados, domingos y fiestas de guardar, se acuestan pronto, no salen de noche, no fuman ni beben, y el poco tiempo libre que les deja el remo deben aprovecharlo para sacar adelante los estudios. Mientras tanto, sus familias les apoyamos, les acompañamos a donde vayan, para animarles, para mostrarles que estamos orgullosos, no solo de que ganen medallas, sino de que estén dispuestos al esfuerzo, a la disciplina exigente y también al trabajo en equipo, el compañerismo y el compromiso. Llego de recoger a las pequeñas del entrenamiento y leo estupefacto: Un remero de Kaiku entre los catorce detenidos acusados de enaltecer el terrorismo. Todo el trabajo y el esfuerzo ejemplar de decenas de jóvenes y sus familias, ensuciado por una noticia. ¿Es responsable de ello el causante de la noticia? En absoluto. Él no ha hecho nada que relacione al club de remo con sus actos. En la prensa, ningún dato ni imágenes de los otros trece detenidos. Ningún otro dato de nada. Podrían haber dicho “Uno de los detenidos acusados de enaltecer el terrorismo estudiaba en la UPV”, o, por qué no, “Uno de los detenidos acusados de enaltecer el terrorismo era lector habitual de DEIA o de El Correo o de El Diario Vasco. También podrían haberse limitado a dar la noticia de la detención de un acusado de enaltecer el terrorismo, pero quizá esa no era la más rentable.