SI en algo se parecen la política y el fútbol es que no siempre el resultado es el que la mayoría de expertos creen a priori que va a producirse. Nadie apostaba por este setentón en las filas demócratas en las interminables primarias norteamericanas. El que fuera catedrático de Ciencias Políticas de Harvard luce desparpajo apelando a principios socialdemócratas con ribetes anticapitalistas en pleno corazón de la cosa. Y no es un mero artificio electoral ya que Sanders ha estado vinculado a movimientos estudiantiles por la paz; y por los derechos civiles, allá por los años 60, cuando lideró la lucha contra la segregación racial en la Universidad de Chicago, llegando a ser arrestado por la Policía en su intento por la integración de los negros en el resto de las instituciones educativas de la ciudad.

¿Está cambiando Estados Unidos? Eso sería mucho decir, pero al cambio generacional natural, que puede dar sorpresas, y las nuevas tecnologías al servicio del acercamiento a nichos de votantes hasta hora indiferentes, pueden ser algo a tener en cuenta. Téngase en cuenta que en este país un 50% pasa de la política porque no se siente identificado con estas dos superestructuras de poder llamadas Partido Demócrata y Partido Republicano. Con Obama hubo un despertar por las novedades que concitaba y ahora pudiera ocurrir que alguien llamado Sanders llegue a romper las aspiraciones de Donald Trump y Hillary Clinton.

Como decía, este senador está generando expectativas desde la nueva mentalidad que ofrece en su campaña, de momento solo a los potenciales electores de su partido. Según una encuesta del Instituto de Política de la Universidad de Harvard, el 41% de los jóvenes demócratas encuestados dijo que votará a Bernie Sanders, muchos más que a Hillary. No solo tiene ese voto, sino que también busca lograr el de aquellos que aún no tienen edad para votar, pero sí pueden aconsejar a sus padres (el voto por simpatía). Este intento por captar a toda una generación es lo que puede movilizar a electores de Clinton o de la nada: la campaña diferente e innovadora del llamado Class of Bernie 2016. Una campaña sin miedos que tiene en cuenta a las personas de una manera más convincente, compitiendo con el establishment demócrata, hoy en el gobierno.

Pero su propuesta de gobierno no le va a la zaga a las maneras de captar electorado. Está proclamando que, si gana, pretende la instauración en el país de un modelo similar al de los países escandinavos. Y lo dice sin recurrir al insulto ni a la descalificación. Propone una subida del salario mínimo, impuestos mucho más altos para los ricos, la expansión de la seguridad social (cosa que ni Obama ha podido resolver) o, lo que es lo mismo, europeizar Estados Unidos cuando todos los demás pretenden americanizar a Europa.

No podemos olvidar que estamos hablando de una posibilidad que, aunque remota, antes era impensable. No deja de ser una posibilidad de salir elegido en el Partido Demócrata cuando tiene a Hillary Clinton enfrente, con gran experiencia y un enorme apoyo dentro del partido y de los lobbies y poderes reales norteamericanos, con donaciones de empresas de Wall Street que no puede ni soñar Sanders. Pero de este es la frase: “Hay un montón de gente honesta y progresista, inteligente, que creo que pueden ser buenos presidentes”. Sin duda que estaba pensando en sí mismo.

Es lo que tienen los tiempos revueltos e inestables, que la historia los suele aprovechar para iniciar cambios que nadie puede ni atisbar: ¿Una madurez electoral en Yanquilandia que haga llegar a buen puerto la popularidad ya lograda por Sanders? Sea lo que sea, por Dios que no gane Trump si no queremos una Tercera Guerra Mundial que haría empalidecer a las dos anteriores.