La ‘eclosión’ de China
EL Papa Francisco ha declarado en una entrevista publicada por el diario Asia Times de Hong Kong que el mundo no debe temer la eclosión de China, porque “el miedo no es un buen consejero” y “no debemos temer los retos de ninguna clase”. Supongo que el pontífice se refiere a la necesidad de contar con el gigante asiático para los grandes retos a los que se enfrenta la comunidad internacional, en los órdenes político, medioambiental y económico. Y el consejo del Papa es loable, siempre y cuando no nos paremos a analizar la letra pequeña del papel que China está jugando ya en la escena mundial. Como para muestra vale un botón, citaré la reciente decisión de Arcelor Mittal de paralizar la producción de la acería compacta de Sestao. El acero producido por China es hasta un 20% más barato que el comercializado por Arcelor Mittal, empresa que ha reclamado en no pocas ocasiones a la Unión Europea la adopción de medidas antidumping contra las exportaciones chinas. Tanto este gigante siderúrgico como otros productores de acero han denunciado que China vende al exterior a precios por debajo del coste real de su producción, sin que sea un secreto para nadie que, entre otras cosas, las condiciones laborales de los trabajadores de aquel país dejan mucho que desear. Un obrero de la acería de Sestao no teme la eclosión de China; teme un mundo en el que China, además de exportar acero, exporte su modelo de producción.