Cuando pasa el 6 de enero se apagan las luces de colores y, poco a poco, todo va adquiriendo los tonos de siempre. La Navidad se difumina, los Reyes Magos se van hacia Oriente guiados por la luz de las estrellas y, poco a poco, las calles se envuelven en esos tonos que acompañan al trabajo.

Alguien me dijo que sí, que hay que enrollarse en ellos como sea, y cuanto antes mejor, que es la única manera de tirar hacia adelante. Decía, además, que los ricos son los que más pasta manejan; que no sabe cómo lo hacen, que debe ser “arte de birlibirloque” porque apenas pagan a Hacienda.

Yo no sé lo que es eso, pero los de enfrente exclamaron ¡manda carajo! y preguntaron a un sabio que vive justo al lado de casa: ¿Cómo se hace eso? Debe de haber gente, no sé qué tipos serán pero, según me dijeron, les llaman “asesores fiscales”. ¡Bah! será gente rara, me dijeron en el bar de enfrente. Seguro.

Pero, sí, sí? los rarillos somos nosotros. Y nosotros tragándonos todo y de todo, y haciendo las cosas como manda la ley. Mientras tanto, el tal Messi (excelente e innegable fenómeno futbolista) y sus amigos de fútbol, copas, chicas y demás? ¡hala! a vivir, que son dos días. Y así, al más viejo estilo de aquellos años que marcó el viejo Al Capone,con su puro y gabardina de los años 30... Y, al parecer, a estas alturas muchos nos preguntamos si no hay manera de meter mano en la maraña que nos pasan todos los días bajo la nariz de las personas honradas.

En fin, sí, sí? a fin de año se apagarán las luces y ¡hala! ¡Aquí paz y allá gloria! Así nos luce el pelo. Y, según dicen, en las trenas de la España cañí hay gentucilla a manta que vive tomando el sol en el patio de la cárcel. ¡Hhhaayyy!... Los colores de la Navidad... ¡pero dónde estamos!