AVISO IMPORTANTE. Sí, así, con mayúsculas. Si durante estos días han comprobado que no he respondido a las felicitaciones que con motivo de la navidad o del comienzo del nuevo año he recibido a través de las redes sociales, de WhatsApp, de SMS o de cualquier otro sistema de mensajería que tenga instalado en mi teléfono; si durante los próximos días ven que sigo sin hacer caso a los mensajes de buenas intenciones, de paz y de prosperidad, eso no significará que el deseo de felicidad no sea recíproco, que no tenga en alta estima a la persona que me ha enviado esa misiva, o que lo ignore por tener con él o con ella una cuenta pendiente. Puede que vean que el mensaje de buenos deseos para estos días se ha enviado, ha llegado, e incluso puede que esa aplicación chivata les diga que he abierto el mensaje; puede que quien envía el mensaje piense que lo he leído -lo que es mucho suponer-, y puede que espere una respuesta inmediata, réplica que puede que no llegue, lo cual -insisto- no significa nada ni hay que interpretar de manera alguna.

¿Que por qué lanzo en estas páginas una advertencia semejante? Primero porque me sale más económico que incluirla en la sección de Clasificados de este periódico y es más sencillo que publicarlo en el Boletín Oficial del Territorio y, segundo, por un comentario que una persona a la que aprecio me hizo hace unos días. Ella, hace ya un tiempo, me envío por WhatsApp un mensaje al que no contesté. ¿Los motivos? Ninguno en especial. Probablemente lo abrí, lo leí y no vi la necesidad de comentar nada más. Pero su razonamiento fue otro; ella interpretó que lo había leído y que había un porqué perverso para que ese mensaje se quedara sin respuesta. De ahí este aviso y todas las aclaraciones posteriores, y este que tengan un buen año que lanzo a todo aquel que quiera recibirlo. Hasta el año que viene.