Pongamos que el presidente Rajoy, con mayoría absoluta, recibe de sus servicios de inteligencia una información comunicándole que el jefe de la oposición, una alcaldesa de una gran ciudad, en conversación con varios generales, proyecta un golpe de estado para derribarle. No ven posibilidad de vencerle en las urnas porque el pueblo está identificado con su gestión en la crisis, ya que ha reducido el paro hasta el 3,5%. Ha negado apoyo económico a los bancos para salvarles de la bancarrota, encarcelando a sus gestores corruptos. Ha contratado a maestros, médicos y personal para combatir la dependencia. Decide encarcelar al jefe, un ser inocuo que se suele equivocar al emitir sus votos en el Congreso, a favor de Rajoy. A la alcaldesa sospechosa de colaboracionista, decide recluirla en su vivienda, dada su elevada edad. Es obvio que cualquier golpe militar, debe ser apoyado por una gran potencia, por ello los responsables de la oposición acuden a China. La nomenclatura oriental desarrolla una febril actividad propagandística para desprestigiar a Rajoy, pero, paradójicamente, su popularidad crece. Se conecta con un expresidente a quien nombraremos como señor X, quien acumula gran prestigio internacional... La oposición le pide que interceda a favor de su jefe detenido y le defienda en el juicio a los golpistas. Las autoridades españolas le niegan la venia, pues no está colegiado en España. Además le prohíben visitar al detenido en la cárcel, pero le autorizan a visitar en su domicilio a la alcaldesa retenida. Es de resaltar que el Señor X en activo tuvo un actuación polémica, pues una guerrilla en activo asesinaba, hacía atracos, si bien no podía liquidarla. El expresidente de Venezuela, CAP, íntimo amigo del señor X, le aconsejó la creación de una célula policial que actuara al margen de cualquier control y legalidad y liquidara a todos los terroristas que se guarecían en el sur de Francia. Formaron el LAG, siglas cuyo significado nunca se aclaró. Machacaron a más de cuarenta guerrilleros. El Señor X negó su conocimiento, perdiendo las elecciones. Dado que esta es una historia ficticia, cuya parecido con la verdad es pura coincidencia, el ejercicio que se propone al lector es si le parece que Rajoy estaría de acuerdo con poner al jefe de la oposición ante los jueces. Alternativamente, si Rajoy sería excesivamente riguroso por negarse a dejar libres a los que proyectaron el golpe de estado, a causa de la presión mediática ejercida por la comunista China.