ahora volvemos a estar en modo superlativo pese a la derrota de ayer. La regla no falla. Cuantas mas victorias mas banderas en los balcones y en los perfiles de Facebook que estos días se llenan de escudos y de imágenes alusivas al Athletic. Entrenamientos abarrotados de incondicionales en Lezama, caza autógrafos ávidos de recoger la estampa firmada de sus ídolos. La reacción habitual en los periodos empapados de ilusión. Y es que aquí no se estilan las medias tintas porque bien sabemos que en la paleta de colores del Athletic no hay sitio para el gris, todo es o blanco o negro. Y vaya si se nota.

Tenemos esa forma de ver la botella, medio llena o medio vacía según se desarrolle la temporada de los leones. Así, sin espacio para el conformismo o la digestión moderada de los resultados, sea el que sea su signo. Las nuestras son reacciones mas vehementes y viscerales, nada que ver con las posturas de aquellos impertérritos que por su mesura en los análisis terminan siendo tachados (probablemente de forma injusta) como aficionados poco comprometidos con la causa.

Historias en rojo y blanco intenso que no vamos a descubrir ahora. Bien es cierto que esta tendencia a dramatizar en los malos tiempos o a desbarrar de euforia en los buenos tampoco nos diferencia demasiado de otros clubes. Esta querencia a la exageración es algo bastante común entre los acólitos del fútbol. No seré yo quien diga que en eso somos un poco borregos, por aquello de dejarnos llevar por las categóricas corrientes de opinión que tanto predicamento tienen en el entorno del Athletic. Pero también creo que el fútbol perdería su condición de deporte pasional si dejáramos de vivirlo así.

Lo que creo que resulta realmente difícil es vivirlo sin echarle sentimiento. Aquí hablo por mi propia experiencia. Por lo general no me gusta hacer las cosas por rutina ni vivir las vicisitudes de la vida de un modo aséptico, sin ilusión, sin implicación ni compromiso. Aunque esta actitud militante nos genere llevada al fútbol no pocos disgustos, sin duda son muchas mas las satisfacciones. Creo en el fútbol tal y como lo vivimos aquí como símbolo de unos valores y una filosofía singular.

Entendiéndolo como punto de encuentro ideal para vehiculizar emociones y proyectar buenos sentimientos como el de la pertenencia desinteresada a un clan con el que nos sentimos identificados. Pero lamentablemente bajo el abrigo de las masas no siempre sale lo mejor de nosotros mismos y algunos oportunistas suelen aprovechar el anonimato que generan las multitudes para jugar otras bazas que nada tienen que ver con el deporte.

Tienen los deportes de masas este inconveniente contra el que solo se puede luchar educando en valores, censurando los comportamientos que se salen de lo respetuoso y acatando las reglas del juego. Buscando integrar y no segregar. A partir de ahí, nos queda lo mas emocionante, dejarnos llevar por el magnetismo del fútbol que es el mejor vehículo para transportarnos a un mundo mágico de sueños, expectativas y pasiones.

Imposible entender al aficionado si no se siente la pasión de este por unos colores, por estar al lado de su ídolo, el compromiso de acompañarlo, de sufrir con él, de vestirse igual que él, de lucir la camiseta y estar orgulloso de pertenecer a un grupo, a una hinchada que sufre y llora pero también goza con sus triunfos. El fútbol es un excelente pretexto para hacer amigos y sentirse miembro de una comunidad. Asumiendo que hay que saber perder y no condicionar el sentimiento a las victorias, como sucede en otros clubes.

Cuando mis hijos me preguntan por qué soy del Athletic les digo que yo nunca tuve que elegir. Cuando nací (en Lezama) el Athletic ya estaba ahí y me atrapó. Aprendí que Bizkaia entera se expresa a través del Athletic. Lo quiero por su grandeza, porque nos representa como bilbainos y vizcainos, porque une a gente de todos los sexos, culturas, sensibilidades políticas y origen social. Y sobre todo, porque no solo es fútbol. Ya lo dijo Bielsa en su carta de despedida a los aficionados: “Quiero recordar con cariño a los niños de Bizkaia, porque con su ingenuidad transmiten de forma natural lo que significa el sentimiento por el Athletic y garantizan que el vínculo seguirá siendo masivo, duradero e indestructible”. Nada mas que añadir. El relevo en mi casa está asegurado.