Hablamos estos días de un drama tan desgarrador como es la hepatitis C, donde cerca de 900.000 personas la padecen en España -unos 200.000 diagnosticados- y que solo durante el pasado año provocó la muerte de 4.000 personas. El asunto es que esta enfermedad tiene cura casi definitiva, ya que hay una nueva generación de medicamentos (principio activo Sofosbuvir) comercializado como Sovaldi por el gigante farmacéutico californiano Gilead. Este fármaco ofrece esperanzas de curación a todos los afectados por el virus. El problema viene cuando el precio es tan prohibitivo como los inmensos beneficios de dicho laboratorio, obligando a los pacientes a mendigar por su vida. Gobierno y comunidades autónomas se han apresurado a ofrecer soluciones, ya que estamos en año electoral. Recordemos que ya en el mes de septiembre la entonces ministra Ana Mato prometió que el fármaco llegaría a todos los enfermos y que supuestamente se habría llegado a un acuerdo con la farmacéutica. No se puede jugar con la esperanza de la gente cuando mueren doce personas al día por falta de voluntad política y escudándose en una supuesta austeridad económica. Basta ya de falsas declaraciones y promesas porque mañana ya será tarde para las personas que padecen esta enfermedad y sus familias, que tienen que encerrarse en hospitales públicos. haciendo huelgas de hambre y manifestándose por el derecho a la vida, esa que no tiene precio.