250 kilos de hongos
Menudo lío todos los años con esto de las setas y los hongos. Yo no tengo ni idea de ese gran mundo de los níscalos y todo lo que se mueve dentro de él, pero como casi todos en este país sé apreciarlos y sobre todo comerlos. Además, como muchos otros, tengo la suerte de contar con una cuadrillita donde siempre hay dos o tres que saben y disfrutan cogiendo hongos para los demás, inundándonos de fotos los whatsApp estos días y preparando pantagruélicas degustaciones de estos moluscos del bosque.
No sé las fotos que de hongos y setas habré recibido estas semanas, la más espectacular una de un furgón con neveras dentro donde, según el autor, decía que había más de 250 kilos de hongos. Esto abrió un encendido debate de si no era cierto, de que aquí no las hay, de que esa foto no es tuya? el móvil no paró de hacer sus ruiditos durante un par de días. Hongo para arriba, lugares para abajo, Sorias para aquí, Urkiolas para allí? me río yo del debate del Estado de Rajoy y los suyos, esto estaba mucho más entretenido.
Qué pasión, qué ansiedad y qué debates más acalorados se hacen por este mundo de los hongos y setas. Siempre sin especificar las zonas concretas donde se encuentran, luego, ya con el tiempo, aprendes a no preguntar el famoso ¿dónde las has cogido? (al igual que se aprende a no preguntar a una chica gordita por cómo le va el embarazo), ya que las respuestas pueden ser de lo más sorprendentes; por allí, yasabes, en la zona sombría, pues dónde va a ser, pues por donde siempre, cuando no salen a relucir familiares del preguntón de turno? Todo un mundo y arte el mundo de los hongos.
Este año, el sequísimo otoño que estamos viviendo, ha privado a Euskadi de los codiciados tesoros de los seteros. El asunto debe estar de cine en España, que sí que ha sido fuertemente regada mientras aquí nos empachábamos de viento sur. Cazadores que se vuelven seteros han pasado por Soria, Zamora y otros lugares de la altiplanicie española cambiando el hábito de mirar hacia arriba en busca de aves, por mirar para abajo y utilizar la escopeta para apartar helechos en busca del preciado hongo. Por allí me comentan que hay hasta personas, generalmente rumanos, apostados en las rotondas vendiendo estas delicatesen. No es mala forma de ganarse la vida aunque me temo que posiblemente se esté esquilmando el monte al igual que durante muchos años hemos esquilmado la mar.
Este pasado viernes la cuadrillita hemos devorado algunos kilitos de estos manjares silvestres. Los que los cogieron aseguraron que eran de por aquí, pero mucho me temo que no lo eran. Sin embargo una vez más entre la buena y fresca materia prima, los fantásticos cocineros y el fabuloso ambiente, el homenaje fue sensacional.
“Están locos estos romanos” con el mundo de las setas y hongos, con sus enormes recolectas de hasta 250 kilos, con sus peleas, debates, trucos y sus personales lugares. Estos momentos son una maravilla que se repiten anualmente y que además, como nos gusta hacerlo aquí, se comparte entre los amigos. Eskerrik asko a todos esos innumerables AMIGOS organizadores de estos encuentros, que hacen posible que las miles de cuadrillas disfruten sobre la mesa estos momentos insustituibles, así se hace sociedad.