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La herramienta de los presupuestos

Las cuentas para 2015 deben, desde el consenso responsable, ofrecer credibilidad a una ciudadanía confundida, mantener los niveles de asistencia social que distinguen a la sociedad vasca y ofrecer estabilidad a la recuperación

LA preparación y presentación de los proyectos de presupuestos para 2015 en las diversas instituciones, así como la posibilidad de su aprobación, reúne en estos momentos tres necesidades perentorias. La primera de ellas, la de ofrecer siquiera una dosis de credibilidad a una ciudadanía confundida por los enormes escándalos que afectan a la clase dirigente del Estado y la repercusión de estos en el bienestar general. La segunda, sin la que presumiblemente no se logrará la primera, la de mantener a través de una distribución proporcionada de los recursos niveles adecuados de asistencia social, esos que en el caso de Euskadi han dignificado y distinguido a una sociedad a pesar de todo cohesionada. Y la tercera, seguramente imprescindible para prolongar el esfuerzo social de las instituciones públicas así como para la recuperación de una cierta confianza en las mismas, la de ofrecer una base de estabilidad a lo que se pretende sea el inicio de la recuperación económica, también en lo concerniente a las inversiones, cuando en algunos foros se apuntan aún amenazas de una nueva recesión o, al menos, de una ralentización de las principales economías europeas. Así, por ejemplo, la contención en el gasto (90 millones menos), la congelación de tasas e impuestos (2,7 millones menos de ingresos) y los 8,2 millones destinados a la lucha contra la pobreza en el proyecto presentado por el alcalde Ibon Areso parecen encaminar las cuentas de Bilbao para 2015 hacia esos objetivos. Ahora bien, aun cuando como en este caso la necesidad de apoyos es menos que relativa, a esas tres premisas esenciales se le suma una cuarta aconsejable, la de la negociación y el diálogo en pos de consensos. Incluso aun cuando dichos consensos deban presentar una configuración multilateral similar a la que posibilitó la mayoría de las cuentas en este último ejercicio. No se trata, en todo caso, de cerrar pactos y conformar bloques que engloben y afecten a las diversas instituciones de nuestro país, sino de que en cada una de ellas y hasta donde sea posible, los representantes políticos realicen un ejercicio de responsabilidad y consideren las cuentas no la oportunidad de resaltar las diferencias y un mecanismo más de la ya próxima campaña electoral sino, por el contrario, la herramienta para volver a poner en 2015 las instituciones al servicio de las necesidades ciudadanas.