AL cumplirse el 115 aniversario del nacimiento del gran escritor Jorge Luis Borges, me ha venido a la mente un recuerdo antiguo, con la televisión en blanco y negro, en el que en una entrevista decía, al modesto entender de un chaval de entonces, varias barbaridades o sandeces y entre ellas, sin venir especialmente a cuento, alguna grosería particular sobre los vascos. Y no descubro nada diciendo que, aunque considerado un genio de la literatura, y quizás por ello, tenía también sus, digámoslo así, curiosas ocurrencias. Puede que por esa razón se quedará sin el Premio Nobel de Literatura. Yo, que me sentí ofendido, me prometí no leerlo nunca.
Algunos botones de muestra. Consideraba razonable que por motivos políticos se matase a la gente. Elogiaba a Pinochet y este le concedió un doctor Honoris Causa. Dijo que Franco fue un beneficio para su pueblo. Hizo declaraciones a favor de Videla. No ocultó su simpatía por Israel en la llamada Guerra de los Seis Días. Simpatizaba con las dictaduras, siempre que no fueran la peronista (le parecía vulgar) o la estalinista (se consideraba anticomunista). Era un confeso racista: le resultaban insoportables los negros y criticaba a los norteamericanos por haberles enseñado a leer. Creía que la democracia no tenía ningún valor, que era un abuso de la estadística. Para él, la libertad y el libre albedrío eran meras ilusiones. De no haber sido escritor, le hubiera gustado ser militar, siguiendo la tradición familiar. A pesar de ser argentino, hasta el tango le resultaba desagradable.
Algunas perlas sobre los vascos. “Yo tengo mucha sangre vasca, pero ¿qué han hecho los vascos? Ordeñar vacas, hacer queso, estar de mal humor -en el caso de Unamuno- y se acabó. Si no hubiera habido vascos, la historia del mundo habría sido exactamente igual. Nadie se hubiera dado cuenta. No entiendo cómo alguien puede sentirse orgullosos de ser vasco. Los vascos me parecen más inservibles que los negros, y ¡fíjese que los negros no han servido para otra cosa que para ser esclavos! Se habla de la voluntad vasca, de la terquedad vasca y ¿para qué ha servido? Nada más que para ser españoles y franceses. Por lo demás, han producido unos pintores execrables y un escritor insoportable como Unamuno. Cuando enumero mis orígenes soy muy cuidadoso en olvidarme de los vascos”. Y sobre el euskera: “Qué raro ese idioma, tan antiguo y con tan pocas palabras. Para decir árbol dicen arbola”.
Maticemos. En primer lugar, conviene diferenciar la obra del autor. Estas opiniones no aparecen, en general, en su obra literaria. Son comentarios en entrevistas o confidencias (que luego se harían públicas) con amigos literatos. Por escrito, en 1945, tras reconocerla como querida e irremplazable, critica a Inglaterra porque tolera a Franco. En segundo lugar, a partir de los años 80 deja de hacer apología de la violencia, “condenando a todas las guerras como Gandhi y como Rusell”, no apoya a los militares argentinos en la Guerra de las Malvinas y se muestra a favor de la democracia. En tercer lugar, en su obra literaria, se confunden crimen y valor con lo cual venera a los cuchilleros, al hampa, a los gauchos, a los militares... no diferenciando la épica de la barbarie. Por otra parte, Estela Canto, que bien le conocía, nos indica que tuvo admiración y simpatía por Unamuno, cuestión que queda corroborada por el artículo laudatorio, que tras el fallecimiento del bilbaino, le dedica en enero de 1937 en la revista Sur de Buenos Aires. Además, en otras ocasiones presumía de tener apellidos y antepasados vascos. Entre ellos citaba al que en 1580 fundó la ciudad de Buenos Aires, Juan de Garay, que era natural de Orduña, aunque hay quien sostiene que pudo nacer en el colindante Valle de Losa, bien en Villalba de Losa (que perteneció a Alava en el siglo XV) o bien en Villaño de Losa (que tenía y sigue teniendo una cerca o enclave que pertenece a Orduña). Por último, si hubiera leído a Azkue, que fue el que obtuvo la cátedra de euskera a la que aspiraba Unamuno, podría haber conjeturado con él que el nombre genérico de árbol puede que no existiese originariamente en euskera, la lengua viva más antigua de Europa, y que, no obstante, la denominación autóctona zuhaitz es también apropiada.
Borges tiene también otras peculiaridades. No lee novelas y mezcla lecturas. Considera que la patria es una decisión. Es enigmático y contradictorio. Es un tanto místico. Prefiere escribir a hablar. Y leer antes que escribir. Confiesa ser rico en perplejidades, no en certezas. Tiene la humildad de reconocer que del Ulises de Joyce no ha podido leer más que algunas escenas. Decía que su primera lectura de El Quijote la hizo en inglés y al leerlo en castellano le pareció (¡ y le concedieron el Premio Cervantes!) “una mala traducción”. En definitiva, era un provocador. Para Borges, el escritor llamado Borges era un personaje que él mismo había creado.
Afortunadamente, como no cumplí mi promesa, puedo recomendar, incluso aunque el lector sea vasco o negro, que lea a Borges, al articulista, al ensayista, al poeta, al cuentista, al que es capaz de crear historias fantásticas incluso para protagonistas reales? y no tomar muy en serio las entrevistas que hicieron a su personaje.* Analista