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José Luis Bilbao, fin de una etapa

El diputado general de Bizkaia, con sus aciertos y errores, deja una gestión en la que el territorio se ha modernizado en todos los ámbitos y ha dado ejemplo de “bolsillos de cristal”

LA decisión de José Luis Bilbao de no presentarse a la reelección a diputado general de Bizkaia ha tenido el lógico impacto tanto en el propio territorio histórico como fuera del mismo, más allá de la artificial polémica, alimentada de manera interesada y a menudo burda, sobre sus palabras que, a modo de despedida, pronunció en Gernika durante su último pleno de política general como máximo representante de la institución foral. Lo cierto es que con su marcha de la Diputación y de la primera línea política, José Luis Bilbao cierra -lo hará en unos meses, cuando sea relevado tras las elecciones- una época en la historia reciente de Bizkaia. Doce años como diputado general, ocho como diputado de Presidencia, cuatro como responsable de Promoción Económica y otros cuatro como secretario general de la Presidencia avalan, junto a su etapa como juntero, una larga trayectoria -prácticamente, toda una vida- al frente del territorio y de sus ciudadanos. No cabe duda de que se podrán poner peros y registrar errores o desaciertos a determinados aspectos de su gestión durante todo este tiempo, a su manera de expresarse, a su vehemencia, incluso a su visión del foralismo y de Euskadi, pero es difícil que en el balance final no primen, además de su indiscutible pasión por Bizkaia y por el país, las decisiones y las políticas que, a veces contra viento y marea, han llevado al territorio a una modernización sin precedentes en todos los ámbitos, desde las infraestructuras hasta los servicios sociales, pasando por la apuesta por la innovación, la cultura y el deporte, actuaciones complicadas incluso en tiempos de crisis y que, en conjunto, son las que se considera que generan riqueza y bienestar al ciudadano. En este contexto, José Luis Bilbao abandona la Diputación de Bizkaia con los deberes hechos. Como él mismo explica, “a veces es difícil saber irse”. Su salida, en este sentido, coincide con un cambio de etapa y supondrá, a buen seguro, un relevo generacional. En cuanto al cómo, su gesto -inédito hasta ahora y que debiera cundir en otros cargos públicos- de hacer público su patrimonio y mostrar “bolsillos de cristal” habla por sí solo de su ideario como representante público y avala su trayectoria política e institucional. Tan importante como cuándo es saber cómo irse.