Los medios de comunicación vienen amenazándonos con la tercera recesión. Simplicius, que a título personal es demasiado rico para sentir mucho interés por el dinero, “excremento del diablo” lo llamaba Papini, no puede evitar sentirse solidario con la muchísima gente que sufre por la actual situación de depresión económica o que lisa y llanamente están en el hambre y en la miseria. Simplicius no ha estudiado economía, pero sabe que la principal causa de las depresiones económicas es la falta de consumo y que el consumo depende de lo que gasta la gente. En elemental consecuencia, la solución es que la gente tenga mucho dinero para gastar y que se lo gaste. Siguiendo esa argumentación, Simplicius lleva el suficiente tiempo en este mundo para haber adquirido una experiencia y unos conocimientos, que traducidos al sentido común, le dicen que la solución pasa por la desaparición de todos los ejércitos y fuerzas armadas regulares o irregulares del mundo y por que las fábricas de todas clases de armas abandonen sus repugnantes producciones y pasen a fabricar tractores, azadas, guadañas, hoces y otras herramientas para cultivar la tierra. Para cultivar ese suelo abandonado e improductivo, en tantos países sumidos en guerras criminales o en esa África hambrienta que ve al mismo tiempo saqueadas las riquezas de su subsuelo por las autollamadas civilizadas y demócratas Europa y Estados Unidos. Con la debida explotación de ese suelo, se incorporarían al mercado millones de personas con poder adquisitivo, que consumirían encantados y elevarían el consumo a las alturas necesarias para que todos vivamos bien.
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