Barcina se nombra candidata
Con un gobierno lastrado por errores e ineficacia y una gestión salpicada de escándalos y lejos de la mayoría social, la apuesta de UPN solo generará inestabilidad en Nafarroa
COMO ya se veía venir desde hace tiempo, Yolanda Barcina aprovechó la cena que abre cada agosto el curso político de UPN para anunciar que será de nuevo candidata a la Presidencia de Nafarroa en las elecciones de 2015. Nada nuevo, ante las escasas ganas de disputar ese puesto, dado el desgaste que arrastra UPN tras la desastrosa legislatura que ha protagonizado la propia Barcina. En ese peculiar concepto de la democracia que tiene UPN, si hace cuatro años fue el dedo de Miguel Sanz quien designó a Barcina como cabeza de lista, ahora ha sido ella misma quien se ha elegido para el puesto. Y poco más que destacar de un discurso repleto de vaguedades, frases hechas, palabras vacías de contenido y las habituales referencias al mantra de los vascos como referencia política. En realidad, Barcina asume esa responsabilidad porque no tenía más salida, aunque sabe que su apuesta está destinada al fracaso y a la derrota electoral de antemano. Le otorguen dos escaños arriba o abajo las encuestas que dice manejar, la realidad es que esos sondeos la sitúan muy lejos de lograr una mayoría suficiente para gobernar, ni aun con el apoyo del PP. Vetada por el PSOE en Ferraz y el PSN en Nafarroa y cerrada a cualquier vía de diálogo con los nacionalistas, su única esperanza es que los diferentes intereses y perfiles de la oposición le dejan un mínimo resquicio para la supervivencia. Barcina habló de ilusión y de unidad en UPN, pero ni es tal esa unidad -más allá de las imágenes de cierre de filas tópicas en los partidos-, ni la sociedad navarra asiste con ilusión a una situación de crisis política, presupuestaria e institucional derivada de su gestión política en el Gobierno de UPN. Con 50.000 parados, una deuda galopante, monumentos a la ineficacia, el despilfarro y el clientelismo por toda la geografía de Nafarroa, sin capacidad de aprobar una reforma fiscal progresiva y eficiente, camino de un tercer año sin Presupuestos y con la losa de su paso por los tribunales por el escándalo del cobro de decenas de miles de euros en dietas secretas de Can, la credibilidad y liderazgo de Barcina están bajo mínimos entre la mayoría de los navarros y navarras, incluida parte de sus votantes. Y con este lastre hablar de la Transitoria Cuarta como objetivo político prioritario es solo un ejercicio de cinismo político, además de políticamente inútil. Barcina sigue muy alejada de la Nafarroa real.