Aste Nagusia intensa y participativa
La práctica ausencia de incidentes durante las fiestas de Bilbao, primeras de Areso como alcalde, ha permitido disfrutar en toda su extensión de espacios, actividades y espectáculos
LA espectacular y multitudinaria quema de Marijaia y su despedida hasta el año que viene dieron fin anoche a la Aste Nagusia de Bilbao. Simultáneamente, en cientos de barrios y pueblos de nuestra geografía las fiestas se suceden sin descanso antes de que el final del verano nos encauce de nuevo hacia nuestra realidad cotidiana en un bucle que no se detiene y en el que este ritual de alegría, disfrute y cierto desenfreno bien entendido es una saludable medicina, más ahora cuando el día a día está pintado con los trazos oscuros de una crisis feroz. Después de años de incidentes y politización, y pese a que aún existen sectores reacios a soltar el lastre de tiempos pasados, en general las fiestas en este país son principalmente eso, fiestas para que la población se lo pase bien, una excusa para reunirse con familiares y amigos y romper con la rutina del día a día. Tradiciones, rituales, cultura, ocio, todo ello tiene cabida en las fiestas, que cumplen una función balsámica para alivio de las tensiones diarias, socializadora y emancipadora para adolescentes y jóvenes, necesitados de espacios de libertad. Lo importante de las fiestas es que todos los miembros de la comunidad se sientan representados en ellas, bien como partícipes bien como espectadores, que no deja de ser otra forma de participar. En este sentido, la práctica ausencia de incidentes -salvo los habituales robos y pequeñas peleas, solo hay que lamentar la muerte, aún no aclarada, de un joven que cayó a la ría en la última noche festiva- ha permitido disfrutar de nueve días intensos con espacios, actividades y espectáculos para todos los gustos. La extensión de las fiestas a gran parte del centro de Bilbao, mucho más allá de la zona de El Arenal y el Casco Viejo, se ha consolidado con propuestas atractivas que han logrado diversificar la oferta pública y la privada que acoge a miles de personas. Sin caer en la autocomplacencia, y con la necesidad de realizar un balance sereno y riguroso con el objetivo de mejorar en próximas ediciones, puede decirse que esta Aste Nagusia ha sido sin duda una de las más intensas, atractivas y participativas de los últimos años. Con el recuerdo aún vivo del alcade Iñaki Azkuna, merece especial mención el papel de Ibon Areso en su estreno festivo como primer edil, donde ha multiplicado su presencia sin excesos de protagonismo y ha recibido el cariño de todos.