¡En Catalunya, claro! Así, hoy, pasadas varias décadas, vuelve el eslogan que se impuso cuando se buscaba nuevo arzobispo para Barcelona. Pese a la protesta mayoritaria, fue designado el superreaccionario y franquista confeso González Martín (el que oficiaría posteriormente el funeral por Franco), que no tenía ni idea de catalán. Pasados cuatro años viendo la espalda de los católicos catalanes, el Vaticano lo nombró primado de España en Toledo, y le sucedió monseñor Jubany, reconocido catalanista. Ahora el Vaticano se encuentra en igual o peor situación que entonces. La jubilación de Sistach pone a la Santa Sede en una situación difícil que hace que se esté demorando el nombramiento del sustituto. El embajador de España presiona para que se designe a un cardenal superespañolista (el reaccionario Cañizares, el de “ la unidad de España es un valor moral”), un valenciano de Requena, territorio unido por imposición al País Valencià en el XIX y, naturalmente, de expresión y cultura castellana. También los soberanistas han visitado Roma y los eclesiaticos catalanes han remitido una lista de varios posibles sustitutos. El interés del Gobierno de Rajoy es que se designe cuanto antes a Cañizares u otro, pero que no sea catalanista, mientras las mayorías catalanas, lógicamente, urgen el nombramiento antes del 9-N de un sustituto catalán en el mas estricto sentido. El Vaticano, que jamás ha utilizado el catalán en sus salutaciones por Pascua (aunque sí el kurdo...) se va a tener que posicionar. Esperemos que Francisco mantenga esa necesaria fidelidad al pueblo de que tanta gala hace. Es el momento.
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