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Escocia, un mes para el referéndum

El debate sobre la independecia escocesa que Cameron abrió con la seguridad de ganarlo, servirá, sea cual sea su resultado, para definir el futuro de Escocia y el de sus ciudadanos

EL próximo 18 de septiembre los ciudadanos comunitarios asistiremos como espectadores a un acontecimiento sin precedentes en la corta historia de la Unión Europea, en el que los escoceses decidirán si su nación se convierte en un estado independiente o bien continua siendo miembro del Reino Unido. La cita ha estado precedida de una larga campaña en la que los partidarios de ambas posiciones han debatido a fondo sobre la forma en la que una u otra opción afectarán al futuro de Escocia y, a falta de un mes, todos los datos disponibles parecen indicar que el debate político ha suscitado un alto interés entre los escoceses, que podría traducirse en una participación masiva en un país en el que, por ejemplo, las dos últimas convocatorias para elegir su Parlamento atrajeron justo a la mitad del censo electoral. Llamó la atención, al principio, que el Gobierno británico aceptara la celebración de un referéndum sobre la independencia como respuesta a las exigencias planteadas por los nacionalistas escoceses. Fuentes diplomáticas cercanas al ejecutivo británico argumentaron que el largo debate que precedería a la votación serviría para dilucidar las bondades de la Unión y aseguraron que la principal razón por la que Cameron había accedido a la celebración de la consulta no era otra que la seguridad de que al final se impondrían las tesis contrarias a la independencia de Escocia. El debate que se ha desarrollado desde entonces no se ha centrado curiosamente en cuestiones relativas a la historia o la identitad y sí en lo que afecta a las condiciones de vida de los escoceses, como la economía, la moneda, su relación con el Reino Unido y la Unión Europea, o la salud. A falta de un mes todos los sondeos publicados coinciden en que el no a la indenpendencia se impondrá en las urnas, pero todos ellos destacan también que aparentemente el debate ha logrado que el número de ciudadanos partidarios de la constitución de un nuevo estado haya ido aumentando de forma constante. Pendientes de conocer el resultado, se impone la impresión de que la sociedad escocesa ha tenido la oportunidad de participar en un debate sin dramatismo que ha servido para acercar la política a los ciudadanos y que su resultado, sea el que sea, deberá ser una referencia para definir el futuro de Escocia y la voluntad de sus ciudadanos.