Le llaman romanticismo. Incluso hay ciudades, como Paris, que se lo atribuyen en exclusiva. Pero no me negarán que confiar en que los jugadores tengan una fidelidad plena al Athletic, oferten lo que les oferten, o que la baldosa de Bilbao por figurar en tiendas de souvenirs, pastelerías y iibrerias entre otros, es reserva cultural, no tiene su romanticismo vintage. ¿Y que me dicen de la palabra de vasco? ¿.Sobrevive en la camelancia de hoy en día ¿Lealtad y compromiso siguen vigentes solo con dar la palabra?, ¿o preferimos recurrir a cuando nos preguntan ¿Qué hay de particular?, contestar De particular nada, todo el seguro”. No conocer los contratos firmados antaño con la palabra o el nacimiento en nuestra tierra de grandes empresas por la seriedad y compromisos demostrados, es no conocer la palabra de vasco. ¿Sobrevive la palabra de vasco o el afamado deportista que jura no marchar, el político que promete A y ejecuta B, el responsable que se compromete con el trabajador implicado a sacarle del departamento actual y le da un largo silencio como confirmación o el grupo que promete la mejora colectiva y lo transforma en un grupo de intereses, han enterrado la palabra de vasco para pasar a dormir en el museo del romanticismo? Que quieren que les diga. Sería bueno que por interés o comodidad no dejáramos perder el valioso patrimonio de la palabra dada y comprometida. Hay que tener valor para no intentar perder algo que forma parte de nuestra piel y nuestra historia, ser capaces de restaurar nuestra sangre, aquello que nos diferencia, aunque aquí nadie trinque comisiones.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
