LA revisión de las previsiones económicas del actual ejercicio realizada por la patronal vasca, Confebask, con un aumento de dos décimas (del 1% al 1,2%) en el pronóstico de crecimiento y, especialmente, con la creación de diez mil empleos, el doble de los previstos hace solo siete meses, incide en la corrección al alza que en las últimas semanas han concatenado tanto gobiernos (desde el Ejecutivo vasco a la Comisión Europea pasando por el Gobierno español) como entidades reguladoras y bancarias, desde el Banco de España al Banco Central Europeo. Los índices económicos, por tanto, parecen apuntar siquiera tímidamente hacia el inicio de un cambio de tendencia, de ciclo, tras casi siete años de la primera gran crisis del siglo XXI y todas sus consecuencias sociales. Ahora bien, la intuición de dicho cambio no debe estar exenta de prudencia, especialmente en cuanto a la creación de empleo. Tanto por la facilidad con que se han desdicho vaticinios con anterioridad como por las todavía fútiles mejoras que se anuncian. En primer lugar, el crecimiento del 1,2%, de darse, apenas servirá para paliar lo que ha venido siendo, si se descuentan momentos puntuales impulsados por la temporalidad, una continua destrucción de empleo hasta hace apenas unos meses. Y porque el hecho de que la patronal vasca duplique su previsión de creación de puestos de trabajo en poco más de medio año parece responder más a las nuevas posibilidades de contratación abiertas tras la reforma laboral -que el TC avaló ayer en parte al respaldarla en los puntos recurridos por el Parlamento navarro-, a los contratos temporales (que han crecido un 20%) y parciales y a la precariedad salarial implícita en los mismos, lo que impedirá -o cuando menos limitará sobremanera- el traslado a la sociedad de la incipiente mejora de la economía. Cabe por tanto solicitar de los agentes económicos que extremen la cautela para no levantar expectativas que puedan verse refrenadas por la realidad a final de año, como ya ha ocurrido en algún ejercicio anterior. Y en el caso de la patronal, cabe asimismo solicitar cierta implicación en que el cambio de tendencia de los parámetros económicos tenga cuando antes su traslado a una mayor estabilidad en el empleo. Solo entonces cabrá hablar de recuperación.
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