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La conciliación imprescindible

Las proyecciones demográficas y la reducción del horizonte de descendencia en los jóvenes vascos recomiendan fomentar políticas familiares que aseguren el relevo generacional y nuestro modelo de bienestar y desarrollo

EL estudio La familia en la CAPV, realizado por el Gabinete de Prospecciones Sociológicas del Gobierno Vasco en torno a los modelos de relaciones familiares y los condicionantes sociolaborales que a estos les afectan dibujan un horizonte de cambio tan relevante como problemático en los paradigmas demográficos y de sostenibilidad de los sistemas públicos en una sociedad que, como la vasca, ya hoy presenta altos ratios de longevidad. Que una de cada cinco personas entre 18 y 29 años afirmen con total seguridad que no tendrán descendencia y sobre todo el hecho de que ese porcentaje se haya cuadruplicado en los últimos trece años y al tiempo se haya reducido en siete puntos el porcentaje de jóvenes que están seguros de que tendrán hijos abren serios interrogantes sobre la capacidad de reemplazo generacional en Euskadi. Y confirma por un lado la inapelable tendencia de descenso de población -las proyecciones hablan de un cuarto de millón de vascos menos en 2020 respecto a 1981, claramente por debajo de los dos millones de habitantes- y por otro el notorio envejecimiento de la misma: la franja de edad de menores de 19 años habrá pasado del 34% al 12%. Así, aun cuando curiosamente más de la mitad de los vascos considera que la conciliación entre vida familiar y vida laboral es un tema privado en el que las instituciones no deben intervenir, se antoja imprescindible que los poderes públicos fomenten ya hoy políticas familiares que impulsen en la sociedad vasca ese relevo generacional, lo que pasa en primer lugar por un cambio de tendencia en las políticas de relaciones laborales, mediante la adopción de medidas de conciliación que faciliten la vida familiar -hoy en día el 58% de los abuelos vascos deben participar directamente en la educación de sus nietos- como incentivo imprescindible para aumentar la natalidad, tal y como se ha demostrado en los países nórdicos, donde además dichas políticas han procurado un descenso de los porcentajes de desempleo, una mayor participación de la mujer en el mundo laboral y un descenso de la brecha salarial y de oportunidades. No en vano solo mediante esa transformación se podrán seguir asegurando los actuales niveles de prestaciones sociales y, en consecuencia, de bienestar y desarrollo humano -e incluso de solidaridad familiar- que presenta en plena crisis la sociedad vasca.