LA escenificación del inicio del proceso de desarme por parte de ETA ha cosechado escasos halagos -llegados única y exclusivamente por parte de la izquierda abertzale-, ponderadas reacciones que valoran el mínimo paso pero lo ven insuficiente y exigen más, y críticas que van desde la lógica decepción tras la expectación levantada desde mucho tiempo antes hasta la mofa poco responsable dada la trascendencia -pese a todo- del hecho. Una cosa es el análisis objetivo y la crítica legítima y otra, el desprecio no ya hacia ETA y su mínimo gesto sino incluso hacia la Comisión Internacional de Verificación (CIV), integrada por profesionales cualificados y de reconocida solvencia en el mundo. Pero lo que ya supera todos los límites imaginables es la intolerable actitud del juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno que, a instancias de la Fiscalía, ha retenido a los integrantes del grupo liderado por Ram Manikkalingam -que estaban a punto de regresar a sus lugares de origen, alguno incluso ha sido localizado ya en el aeropuerto- y obligarles a presentarse hoy a prestar declaración. El motivo oficial de esta citación judicial es intentar identificar a los miembros de ETA con los que los verificadores se han reunido y acordado la puesta "fuera de uso" de armas y explosivos, tal y como puede verse en el vídeo difundido al efecto. El hecho es muy grave y no tiene precedentes. Los integrantes de la Comisión de Verificación tienen todos ellos una amplia experiencia de actuación directa en diversos conflictos por todo el mundo. En ninguno de ellos ningún país -ni siquiera los dudosamente democráticos- ha llegado a tal despropósito y a desprestigiar y poner bajo sospecha a personas cuyo trabajo se dirige a conseguir la paz y el desarme de una organización. Es evidente que de esta actuación, a todas luces excesiva y extemporánea, no va a derivarse la identificación o localización de terrorista alguno. Eso lo saben perfectamente el Gobierno -la Fiscalía depende directamente de él- y el juez. Es, simple y llanamente, un vergonzante intento de torpedear el proceso de pacificación y normalización en Euskadi. Un ridículo boicot en toda regla. Alguien ha calificado la entrega de armas por parte de ETA de "farsa". Esta citación a los verificadores lo es aún en mayor medida. Hay actitudes y acciones que deberían estar hace tiempo "fuera de uso". Esta es una de ellas.
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