EL que con gran ampusolidad, escaso rigor y nulo consenso se denominó Día de Euskadi -el 25 de octubre- ha sido causa de polémica desde su misma instauración por parte del Gobierno de Patxi López. Una jornada impuesta en la legislatura pasada merced al pacto entre socialistas y populares y que hoy no es ya sino una mera anécdota tras la derogación de esta festividad por parte del Parlamento Vasco y su posterior traslado al 25 de julio. El rechazo a la consideración de esa fecha -en conmemoración de la aprobación del Estatuto- como Día de Euskadi ha sido social y políticamente mayoritario, por múltiples motivos. Ahora, hay un argumento más, muy clarificador: salía muy caro. Y es que el Ejecutivo de López no se conformaba simplemente con la consideración del 25 de octubre como festivo. Consciente del nulo apego social que tenía, el gabinete socialista se dedicó a intentar socializarlo a base de una campaña propagandística y unas celebraciones que suponían un importante desembolso por parte de las arcas públicas, es decir, de todos los vascos y vascas. Según los datos oficiales a los que ha tenido acceso este periódico, la celebración del último Día de Euskadi, que tuvo lugar en 2012, con Patxi López ya como lehendakari en funciones, costó 186.446 euros distribuidos en distintas partidas, fundamentalmente en publicidad y en la celebración en sí de la fiesta, incluidos la producción de vídeos, montaje, catering, etc. Sorprende que la formación que más invocaba la priorización de los gastos y el control en la utilización del dinero público para cuestiones que eran prioritarias aprobara unos dispendios semejantes simplemente para publicitar una festividad que no estaba enraizada en la sociedad vasca y cuyo futuro, aunque incierto, era previsible una vez que el nuevo Parlamento reflejase la realidad ideológica del país. Han sido numerosas las ocasiones en las que los socialistas han reprochado a otros este tipo de gastos meramente propagandísticos. Una práctica que, sin embargo, llevaron a cabo sin demasiado pudor y con escasa transparencia, por otra parte. Si en alguna ocasión las formaciones políticas se ponen de acuerdo para la celebración de un Día de Euskadi que obtenga el consenso y el reconocimiento social, es esperable que no será necesario un desembolso similar para intentar socializarlo con propaganda.
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