Los últimos días han sido pródigos en Euskadi en propuestas, actos y gestos inéditos absolutamente impensables hace muy pocos años y que apuntan a la posibilidad -nunca descartada, ni aun en los peores momentos- de un futuro de convivencia pacífica entre diferentes, como corresponde a una sociedad plural respetuosa con los principios democráticos básicos. Los ejemplos ofrecidos por víctimas de múltiples violencias y de diferentes tendencias y victimarios que reconocen pública y rotundamente su error unidos en el homenaje a un asesinado por ETA como el ertzaina Joseba Goikoetxea, arropados por una representación plural de la sociedad, así como la enriquecedora experiencia de diálogo entre una víctima y un exmiembro de la organización armada, como en el caso de Iñaki García Arrizabalaga e Iñaki Rekarte, ponen en valor la necesidad de encuentro y reconciliación que la sociedad vasca está demandando. Casualmente, estos gestos coinciden con la presentación del Plan de Paz y Convivencia, una vez recogidas las aportaciones que se le han hecho desde distintas instancias. En este contexto, sorprenden algunos desmarques a estas iniciativas. La inexplicable ausencia del PP en el homenaje al que fuera sargento mayor de la Ertzaintza Joseba Goikoetxea en el XX aniversario de su asesinato dice poco en favor de la apuesta del PP, aunque es de justicia reconocerles a algunos dirigentes populares que han intentado reparar este grave error aplaudiendo el gesto de los presos de la vía Nanclares. La izquierda abertzale sí estuvo en este acto, lo que es de resaltar y agradecer, aunque a sus dirigentes les falta aún por analizar, reconocer y explicar tanto su actuación previa como su reacción posterior al atentado, con una brutal campaña de manipulación, desprestigio y acoso a la Ertzaintza y al propio mando que fue asesinado. Es decir, revisar críticamente ese pasado que el presidente de Sortu, Hasier Arraiz, insiste en considerar "acertado". Más difícil aún de entender es el desmarque de EH Bildu respecto al Plan de Paz. Argumentar que los cambios introducidos solo apelan a la izquierda abertzale o rechazar a estas alturas el suelo ético como compromiso con todos los derechos humanos no deja de ser una mera excusa y parece un nuevo salto hacia atrás que solo puede conducir a su autoaislamiento.