EL debut oficial de la selección de fútbol de Gibraltar, que se producirá frente a Eslovaquia hoy, casi seis meses después de que la UEFA tuviese que acatar la resolución con que el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) fallaba en agosto de 2011 a favor de la admisión de la colonia británica como miembro del organismo que rige el fútbol europeo; supone otra constatación más de que la resistencia a aceptar la amplia demanda social que respalda la oficialidad de las selecciones vascas está lejos de hallar fundamento en la legalidad deportiva y se atrinchera en la tergiversación política de los principios que han venido rigiendo la misma. Es cierto que la UEFA, en virtud de apremios a las que no fue ajeno el Estado español, alteró en octubre de 2001 el art. 5 de sus estatutos para limitar la pertenencia a "las asociaciones europeas que tienen su sede en un Estado independiente reconocido por la ONU", en la línea -y por similares presiones- en la que el COI incluyó en la Carta Olímpica en 1996 una addenda con la que limitaba el significado de "país" -con derecho a solicitar su ingreso, por tanto- a "estados independientes reconocidos por la comunidad internacional". Pero no lo es menos que entre los 54 miembros de la UEFA hay notorias excepciones -Islas Feroe, San Marino o los muy conocidos Escocia, Gales o Irlanda del Norte-, más numerosas aún entre los 204 miembros del COI, que ha permitido la presencia de hasta diez naciones sin Estado en los JJ.OO. o que decenas de naciones sin reconocimiento participen en competiciones internacionales. Asimismo, la UEFA forma parte de la FIFA y el máximo organismo del fútbol mundial, en el art. 10.7 de sus estatutos, afirma que "Con la autorización de la asociación miembro del país que dependa, la asociación de fútbol de una región que aún no haya obtenido su independencia podrá solicitar su admisión". Llegados a ese punto y considerando la legalidad estatal, por la que el art. 10.36 del Estatuto de Gernika otorga a Euskadi "competencias exclusivas" en deporte mientras que este no se menciona en el art. 149 de la Constitución que contabiliza las que son exclusivas del Estado; cabe concluir que la resistencia a la oficialidad de las selecciones vascas no radica en un problema normativo sino en la ya reiterada falta de voluntad política para completar el consenso de convivencia y autogobierno refrendado por la sociedad vasca el 25 de octubre de 1979, mucho antes de que Gibraltar diera, en 1997, el primer paso para solicitar su admisión por la UEFA.