Se ha puesto de moda esto de presionar al Gobierno para que solucione problemas privados. No sé si somos muy conscientes de que cuando, por ejemplo, Kristau Eskola llama a trasladar la presión al Gobierno vasco para evitar una huelga está haciendo un ejercicio de escapismo a costa del dinero público. Y entre líneas adivino algo parecido en Fagor. Lo público debe ayudar y acompañar, pero no salvar los muebles rotos. Este llamamiento de lo privado a lo público se acentúa, curiosamente, en crisis.